Capítulo 5

1923 Words
 Llegaré a casa un poco más tarde de lo normal porque cuando deje a Louis en su casa, y noté que su madre estaba dentro, no pude evitar hacer un poco de guardia, solo unos eternos diez minutos que le tomó a mi pequeño niño subir a su habitación, lo supe cuando vi que prendió la luz de su ventana, aliviándome apenas, necesito sacarlo de ahí.  Resistiéndome a las ganas de volver a llamar a Raphael para regañarlo e insultarlo injustamente, decido caminar hasta casa, son unas cinco estaciones, pero me vendrá de perlas despejarme, nada de esto es culpa de él, lo esta intentando al máximo, ninguno se esperaba que esa arpía venenosa fuese igual de buena abogada que de mala madre.  Camino descuidadamente viendo el cielo pintado de un precioso naranja y rosado, en mi opinión, el atardecer es el momento más bonito y relajante del día, no tiene nada que envidiarle al amanecer. Perdida en mis pensamientos me pega un olor delicioso, nada mejor que comida para aliviar un poco mis penas. Rachel me matará por no correr con ella hoy, pero al ver a Louis tan triste cuando llegue a clases me apeteció que lo mejor seria sacarlo a comer otra vez, lo recompensaré después.  Entro al lugar de donde proviene el delicioso olor que me sacó de tantos pensamientos negativos, hamburguesas, para no darme el tiempo de arrepentirme me acerco a la caja con rapidez y con la misma velocidad me pido tres doble carne, ayer Ethan llevó pizza, hoy le devolveré el favor, y recordando lo mucho que comió, creo que será suficiente.  Retomo mi camino a casa, ahora de un mejor humor, estoy segura que podremos sacar a mi dulce niño de ahí, y luego solo le vendrán cosas buenas, yo me aseguraré de eso, ya ha sufrido suficiente por dos vidas, ahora solo le resta ser feliz.  Llego al edificio más agotada de lo que imaginé, quien me manda a mi con estupideces de caminar tres estaciones cuando apenas soy capas de correr tres cuadras sin querer morir, ya no me siento culpable por dejar plantada a Rachel.  Apenas llega el ascensor me dejo caer y suspiro acariciando mis piernas, gordita feliz no está feliz porque está rebajando a causa de caminatas sin sentido.  - Ya es normal en nosotros encontrarnos así, supongo - no tengo ni que subir la vista para saber quien se sube a la caja metálica antes que las puertas cierren, ya ni pena debería darme, tiene razón, de cinco veces que nos hemos visto, cuatro lo he tropezado o yo he estado echada al piso, es tan habitual como el levantarme tarde.  - Buenas noches, espero hayas tenido un lindo día - ignoro su anterior comentario para no abochornarme y me concentro en lo mucho que me duelen los pies, que tortura es esta y como acabo con ella sin recurrir a la muerte.  - Muy bien, espero que a ti igual, ven y te ayudo - cuando llegamos a nuestro piso se agacha a mi lado y me levanta en brazos, es muy amable, y a pesar que se está tomando muchas confianza, lo agradezco, porque no me molestaba dar unas cuantas vueltas aquí dentro, necesito descansar un poco antes de volver a siquiera ponerme de pie.  - Muchas gracias, si no me levantas tu lo hacia yo en unos veinte minutos, estoy muy cansada - suelto un quejido y me dejo llevar por mi lindo vecino a mi casa - Pasa conmigo, hoy traje yo la cena - lo invito cuando me deja suavemente de pie al frente de mi hogar dulce hogar y da unos pasos atrás.  - No quisiera molestar, estas cansada, y la verdad es que yo también un poco -  rasca un poco su mejilla, supongo que es un acto reflejo, ayer también lo hizo varias veces.  - Descuida, comeremos un poco y luego a dormir, mañana es otro día de trabajo - hago acopio de todas mis fuerzas y entro a la casa con él a mis espaldas - Ponte cómodo, deja que sirva todo rápido - escucho que cierra la puerta y con un sonidito ronco me indica que entendió, esta guapísimo, como siempre, pero no tengo ni energías para apreciarlo como es debido, no vuelvo a hacer una caminata de estas en mi vida, y menos con zapatos tan incomodos, siento que un camión me piso los pies y de paso golpeo mis muslos.  Llevo las cosas y nos sentamos como ayer, solo que esta vez no me siento tan animada como para comenzar la conversación, necesito dormir tres años para recuperarme de esto.  - ¿Te molestaría si te pregunto por qué te encuentras tan cansada? - la voz tímida y ronca del precioso espécimen al frente de mi me saca de mi ensoñación, al parecer volver a casa me devolvió aquellos malos sentimientos, creo que lo mejor hubiese sido caminar hasta desmayarme.  - Es Louis - digo en un suspiro, supongo que puedo desahogarme un poco con él, después de todo, él me preguntó, y no parece del tipo que usa tus debilidades y secretos en tu contra después de un tiempo, claro, también espero que el dicho de no confiar sin conocer no se aplique con él, porque lo conozco hace tres días, de igual modo me tranquiliza saber donde vive, si a la larga resulta ser una persona desagradable le daré la ubicación a mis hermanos, ellos se encargaran de vengarme, espero.  >> Su madre lo golpea y no le da comida, por eso tiendo a llevarlo a comer después de clases - resumo lo mejor que puedo, es decir, me ahorro todos mis pensamientos hacia esa escoria que trajo al mundo a lo más bonito que tengo.  - Eso es terrible, no imagino como una madre puede hacerle eso a su hijo - parece seriamente consternado, ese fue lo mismo que pensé cuando me enteré, una madre ama y protege a sus bebés, a ese alguien que ellas tuvieron dentro durante tanto tiempo y que con tanto esfuerzo trajeron al mundo, pero no, ella solo lo maltrata de muchas maneras, y el solo pensamiento que hay más niños sufriendo esas cosas y peores encoge mi corazón hasta ponerlo mínimo, los niños no tienen culpa de nada y a veces pasan por tanto. - Mi hermano Raphael es abogado, en cuanto me enteré le pedí ayuda, incluso a la directora de mi escuela, es amiga de mi mamá y no dudo de mi palabra, pero en cuanto entraban a su casa y buscaban a Clarisa no conseguían pruebas de nada, además que es una muy buena abogada, es toda una cucaracha astuta - escupo con odio, siento la taladrante mirada de él, supongo que no sabe que decir, cuatro de mis cinco hermanos solo se quedaron en silencio mientras yo escupia mi odio hacia ese intento de mujer.  Me sorprendo un poco cuando siento como un gran cuerpo aterriza a mi lado, no me di ni cuenta cuando se levanto de su lugar, pero ahora está junto a mi y cruza su brazo sobre mis hombros, huele delicioso, a tortas y café, supongo que por todo el día en su trabajo, espero con ansias volver a sentir su olor particular, una delicia chocar con ese pecho y poder percibir su aroma a menta y a algún perfume de esos que hacen que las mujeres quedemos prendadas en ellos.  - Es horrible, pero aun y con lo que ese niño debe soportar en casa, se ve feliz cuando te mira y pasan tiempo juntos, tu le das esperanzas y haces que todo sea mejor, pronto vas a salvarlo - me aprieta un poco más y yo me tomo el atrevimiento de enterrar la cara en su pecho, es un muy buen amigo, necesitaba a alguien que me consolara de esta manera, y triste o no, mis únicos amigos son mis hermanos y sus parejas, y todos estamos bastante ocupados.  - ¿Por qué en una cafetería? - cambio el tema con lo primero que se me viene a la cabeza, es decir, el delicioso y dulce aroma antinatural en este gran hombre rubio, puede que sea una ternura tímida, pero físicamente, si tomamos en cuenta su gran tamaño, su belleza, y que tiende a arrugar un poco el ceño de vez en cuando, se ve algo intimidante, además que sus brazos se ven fuertes.  Se remueve un poco y cuando subo la vista a su cara lo noto incomodo, soy una eminencia, primero lo deprimo con mis problemas y ahora esto, hasta Royce se reiría de mí si leyera mis pensamientos, y Royce es algo así como un santo, nunca le hace mal a nadie y nunca se burla o molesta a otro, todo lo contrario a Raphael, que tendía a empujarme cuando paseábamos solo para que pasara la vergüenza de caerme en publico.  >> Si no quieres decirme no hay problema, no hay nada de malo, solo pensé en eso porque hueles a dulces - hablo rápido para intentar aliviar el ambiente, por fin puedo hacer un amigo sin que los chicos lo espanten y resulta que yo también tengo la habilidad de hacerlo, no me extraña para nada que mi circulo de amistad se reduzca a mi familia.  - No, no tengo problema tampoco, no es como si me avergonzase, solo que mi vida como tema de conversación me incomoda un poco - eso no hace sino aumentar mi curiosidad, además que la mueca incomoda en su linda carita me hace sentir mejor, un alivio no haberla cagado. >> Básicamente porque no conseguí trabajo en otro lugar y ya se me acaban los ahorros, entonces empecé a entregar hojas de vida en tiendas y lugares de comida - vuelve a rascarse la mejilla.   - Oh ¿Y de que buscabas antes? - ya respondió una vez, ahora no podré parar hasta enterarme de todo, soy así de chismosa.  - Bueno, estudie administración, ciertamente prefería trabajar en una empresa, pero está bien, en cuanto pueda seguiré intentando - se encoje de hombros, no parece triste, sino resignado.  - Yo podría ayudarte, mi hermano mayor y mi papá trabajan en una - me guardo el hecho que son dueños de la empresa, y por el gesto que hace creo que hice lo correcto.  - No, gracias, pero preferiría seguir buscando por mi parte, no quiero molestar - vaya, otra faceta, también es orgulloso.  - Bueno, esta bien, pero no dudes en decirme si quieres ayuda, no me molestaría para nada - intento hacer que vuelva a bajar la guardia con una pequeña sonrisa, él solo asiente y destensa sus hombros, creo que funcionó pero sigue alerta.   - Claro, gracias, por todo - se queda viendo a mis ojos unos momentos, dejándome enganchada a los suyos, no se que tanto ve en los míos si son marrones simples, pero los suyos son como dos mares - >> Ya es tarde, duerme temprano para que descanses bien y no vuelvas a retrasarte - se pone de pie y yo junto con él, claro que al hacerlo mis piernas recordaron todo su esfuerzo de hoy y se resintieron.  - Buenas noches Ethan, descansa - lo acompaño a la puerta y me despido con un beso en la mejilla, haciendo que se sonroje, es un dulce.  - Hasta mañana, Rose - y cierro la puerta con el lindo sentimiento de saber que tengo a alguien en quien confiar además de mi familia.
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