«¡Esta chica podría ser la solución!» pensó Edan, en un momento de epifanía.
Él no conocía a esa joven, pero sus padres nunca antes la habían visto y eso ya era un punto a su favor.
Además, se suponía que había salido a buscar a su novia inventada desde hacía mucho rato y seguía allí, en el hospital, pensado que hacer, y esa joven ya estaba allí, ese era otro punto a su favor.
Edan la miró fijamente, con más interés y notó, como de inmediato, la joven se sonrojó.
Eso significaba que ella gustaba de él, o por lo menos, que lo veía atractivo. Aunque no le sorprendió, porque él estaba al tanto del efecto que causaba en las mujeres, lo anotaría como otro punto a su favor.
La joven era bonita, de hecho, si se le detallaba bien, se podía decir que tenía bastante potencial, con la ropa adecuada y un buen tratamiento de salón, podría pasar fácilmente como cualquier otra hermosa joven de alta sociedad, no obstante, no había tiempo para eso.
Edan detalló su facha, se notaba que era una joven humilde, eso quizás, no le daría puntos con su madre, pero ¿Qué importaba? Solo actuaría por unos días y eso era lo único que no tenía a favor.
Además, a su padre no le importaría, pues él también provenía de una familia humilde y fue un hombre que salió adelante con mucho esfuerzo, por lo que, lo más probable, es que, hasta termine sintiéndose orgulloso de su hijo por no ver clases sociales.
No obstante, estaba su madre y a diferencia de su padre, ella si mascullaría por eso, pero podría mentirle diciéndole que es de clase media y además es una joven promesa, que está por salir de una importante universidad, eso la haría sentir más tranquila.
Daba igual, después de que pasará todo con su padre, igual tendría que decirle la verdad a su mamá, ¿Se enojaría? Por su puesto, pero al darle las razones de su engaño, seguro que se le pasaría.
Ahora que todo su plan parecía encajar, el asunto era:
¿Podía Edan pedirle a esta joven desconocida que simulara ser su novia por unos días en el hospital y simular casarse con él?.
¿Por qué no?.
Él haría todo por complacer a su padre en su lecho de muerte y está, no sería más que una negociación, como cualquier otra de las que él había participado en infinidades de veces.
Edan solo debía saber, ¿Qué necesitaba esa joven? Y así tendría la ventaja de su lado.
— Alma, ¿Verdad?. — Intervino por primera vez Edan en la charla de Alma. Ella asintió. — Dime, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás en el hospital?.
— Bueno, pues… — Ella sintió un nudo en la garganta. — Hospitalizaron a mi mamá.
— Oh, qué pena. — Simuló interés. — y, ¿Qué es lo que tiene?.
— El doctor me dijo que tiene una insuficiencia hepática aguda, al parecer fue provocado por tomar muchas pastillas para el dolor. — Ella tragó grueso, solo de pensar en su madre, sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas. — Ahora la tienen con tratamiento, pero necesitará una cirugía.
Alma bajó la mirada apenada, no quería que Edan viera su dolor, porque quizás él estaba pasando por algo similar o peor.
«¿Una cirugía por daño hepático?», sopesaba Edan, eso sonaba a algo bastante costoso y no era por ser denigrante, pero era obvio que esa jovencita no tendría los recursos para costear algo así.
¡Ese era su precio! Eso le podría ofrecer él, por el favor que estaba a punto de pedirle.
— ¿Y tú? ¿Por qué estás aquí?. — Preguntó Alma una vez que se recompuso, interrumpiendo los pensamientos de Edan.
— Por mi padre, él sufre de problemas cardíacos y tuvo un ataque cerca de aquí. — Respondió tirándose atrás en su asiento, lo mejor era hablarle a la chica por todo el cañón, decirle la verdad, para que ella pudiera entender lo que él estaba a punto de pedirle.
— Oh, valla, espero que no sea grave.
— La verdad es, que si lo es, los médicos no le dan mucho tiempo de vida, está moribundo.
Alma se quedó con la boca abierta, viendo cómo Edan decía todo eso, así nada más, como si no fuera la gran cosa o ¿Quizás se contenía? Sí, debía ser eso, esa era su manera de manejar el dolor.
— Lo lamento mucho. — Respondió Alma, titubeante. Él apretó sus labios en una línea y se movió en su asiento para sacar la cartera de su bolsillo, sacó una pequeña tarjeta de presentación y la coloco sobre la mesa, frente a Alma.
— Escucha, mi nombre es Edan O’Connor. — Comenzó a relatar, mientras que Alma tomaba la tarjeta y la leía. — Soy el CEO de la empresa INCAPITAL que se encarga principalmente de inversiones…
Él comenzó a explicarle a Alma sobre la empresa, lo que hacía, su posición social y ella lo escuchaba mientras se preguntaba, ¿Por qué le decía todo eso?.
Al terminar de explicar todo, Edan se lanzó hacia adelante en su asiento y concluyó.
— Escúchame Alma, sé que tú no me conoces, ni yo te conozco, pero me gustaría pedirte un favor, o mejor dicho, me gustaría que hiciéramos un negocio.
— ¿Un negocio?. — Pregunto ella perpleja.
— Sí, como te dije, mi padre está moribundo y en su lecho de muerte, él me pidió que le presentará a mi novia y bueno, pues… Yo no tengo novia. — Le declaro, omitiendo a Vivian, su novia.
¿Para qué iba a nombrarla? Si de cualquier manera, esa chica desaparecía de su vida en unos días y Vivian jamás tendría que enterarse de lo que pasó.
— ¿Por qué no le dijiste la verdad?. — Preguntó Alma confundida.
Ella todavía no entendía a dónde quería llegar ese hombre con esta conversación y la verdad, ya se estaba sintiendo incómoda con todo esto, quería volver pronto al asiento en el pasillo, para esperar noticias de su madre.
— Él está muriendo, Alma. El doctor nos pidió que fuésemos lo más cuidadosos posible con él, para no alterarlo, así que le dije que le traería a mi novia para que la conociera.
— Oh.
— ¿Podrías ayudarme con eso? ¿Podrías hacerte pasar por mi novia?.
De inmediato, Alma arrugó el entrecejo. ¿Ese hombre le pedía que ella le mintiera a su padre moribundo? Esta vez fue Alma quien se tiró hacia atrás en su asiento y estiró la mano hacia su bolso, preparándose para levantarse e irse.
Edan vio su intención, así que se adelantó y estiro su mano sobre la de ella.
— Escúchame, por favor. Podemos hacer un trato, solo simularías por unos días en el hospital, frente a mis padres, nada más… Yo también podría ayudarte, con lo que tú necesites… — Alma se frenó.
Ella se detuvo, porque vio en él una expresión de desespero que le dio algo de pena. Mientras que él pensó, que ella se paralizó al escuchar su ofrecimiento de ayudarla.
— Entonces, ¿Qué me dices?. — Insistió Edan, al no ver respuesta en ella.
— No… No lo sé… ¿Tendríamos que tocarnos, besarnos y esas cosas?. — Murmuró ella, imaginando el escenario, sonrojándose.
— Trataré de hacerlo solo si es necesario y será únicamente para tomar tu mano o un pequeño pico, te lo prometo. — Él se colocó una mano en el corazón. Ella suspiró, él parecía sinceramente atormentado.
— Está bien, si es así, te puedo ayudar… Y no tienes que darme nada a cambio.
Edan volvió a tirarse hacia atrás, extrañado, él no conocía a nadie que no hiciera algo por una ganancia o por obtener algo a cambio.
Bueno, ya había dado un paso, pero todavía faltaba más, mucho más, así que se aclaró la garganta para continuar.
— Hay algo más… Mi padre quiere verme casarme antes de morir.
— ¿Eh?. — Alma abrió los ojos de par en par.
— Será solamente una actuación, yo traeré a alguien que se haga pasar por un notario, simularemos casarnos delante de él y eso será todo.
Alma se levantó de la mesa de golpe, eso era demasiado, engañar a ese pobre señor de esa manera, le parecía inmoral. Una cosa era simular ser una novia por ratos, pero simular ¿Casarse? No, ella no podría hacer algo así.
Ella se colocó nuevamente la mochila sobre su hombro y justamente cuando iba a dar media vuelta, Edan la tomó por la muñeca, deteniéndola.
— Te pagaré. — Murmuró él, agobiado. — Necesitas dinero para la cirugía de tu madre, ¿No es así?. — Ella se quedó observándolo fijamente, con los ojos entrecerrados ¿Acaso él la estaba chantajeando?.