La quiero

1445 Words
Juntos y tomados de la mano, Alma y Edan caminaron directamente hacia aquella mujer, la que Alma había visto antes acercarse a Edan. Angélica, la madre de Edan, al verlos llegar, se levantó de inmediato. — ¡Edan! ¿Por qué tardaste tanto?. — Se acercó a ellos. — Lo siento mamá, fui por mi novia… — Edan señaló a la joven a su lado, quien de inmediato, estiró la mano hacia la mujer. Angélica la miró de arriba hacia abajo, con la boca abierta. — Mucho gusto, soy Alma. — Sonrió tímidamente, notando cómo la mujer detallaba sus fachas. — Lo lamento mucho, señora… — Angélica. — Atónita, Angélica estiró su mano, sobre todo, por decencia. — Angélica… — Repitió Alma, sonriente, mientras apretaba la mano de la madre de Edan. — Como le decía, señora Angélica. Lamento la demora, pero había mucho tráfico, a pesar de que Edan me sacó de mi casa con esta ropa y no me dejó cambiarme, porque estaba apurado, nos tomó algo de tiempo llegar aquí. Edan volteó hacia Alma, sorprendido. No creyó que la chica fuese capaz de sortear con tanta facilidad el asunto de su apariencia. «Es una chica lista» sopesó. — Oh, claro, entiendo. — Angélica tomó aire, algo aliviada. Y dirigió toda su atención hacia su hijo. — Edan, ¿Puedo hablarte un segundo?. — Claro mamá. — Contestó serio, sabiendo lo que le esperaba. — Discúlpanos, Alma. Ambos se alejaron de Alma, quien tomó aire, para tranquilizarse y se fue a sentar en una banca. — Edan, ¿Qué es lo que sucede?. — Murmuró Angélica un poco alterada y molesta, sin poder seguir disimulando. — Te dije que necesitaba salir para solucionar algo… — Y para eso debías traer a tu… ¿Novia? ¿Y quién es ella, por cierto? ¿Dónde está Vivian?. — No les había contado, pero mi relación con Vivian terminó hace algún tiempo… — Angélica intento hablar, pero Edan la detuvo con un movimiento de su mano. — Por ahora, no quiero hablar sé eso, madre. — Se aclaró la garganta. — Conocí a Alma en una de mis charlas sobre negocios, en la universidad… Edan suspiró frustrado, él no le había comentado nada a su madre de lo que había hablado con su padre, puesto que, al salir de la habitación, estaba demasiado aturdido como para dar explicaciones. Después de ver el estado de Erick, Edan sintió que iba a estallar y si se detenía a contarle a Angélica lo que saldría a hacer, las cosas no terminarían bien. — Papá me pidió… Él me dijo que su último deseo, era verme con mi novia. — Trató de explicar a su madre. — Edan, no creo que esté sea un buen momento para presentaciones, sobre todo si es con una chiquilla que apenas estás conociendo. — Estás equivocada mamá, Alma y yo, ya llevamos algún tiempo juntos y ella es más que una chiquilla que acabo de conocer. — Edan tragó saliva, él sabía que todo esto, debía sonar creíble. — La quiero. — ¿Eh?. Angélica abrió los ojos con sorpresa, jamás lo había escuchado decir algo así de una mujer, ni siquiera de Vivian, que había sido la relación por la que Edan, más batalló. — ¡Así es! ¡La quiero!. Repitió Edan, levantando la voz y mirando a Alma, quien se irguió al escucharlo. Él estiró su mano hacia ella, llamándola con un movimiento y de inmediato, ella se acercó a ellos. Edan la abrazó por la cintura, provocando que la joven se sonrojara. — Papá me pidió conocerla y eso no es todo, él quiere verme casado. — A Angélica, casi se le cae la mandíbula. — Por eso, llamé a un notario, mañana temprano, Alma y yo, nos estaremos casando frente a mi padre, para concederle su último deseo. — ¡¿Acaso te volviste loco?!. — Alma se intimidó con el grito de Angélica. — Sin ofender, niña. — Se dirigió a la jovencita y luego a su hijo. — Pero no pueden decidir casarse así, sin más, solo por un deseo de tu padre… Es que, ni siquiera la conocemos y ahora resulta que, ¿Se van a casar?. — No es necesario que ustedes la conozcan, solo debo conocerla yo… Es mi pareja, no de ustedes y… No es solo por el deseo de mi padre. — Edan apretó a Alma con más fuerza, acercándola más a él. — Ya te lo dije, ella y yo, nos queremos. Angélica gruñó, bajó la mirada, apretando con sus dedos la base de su nariz, vaya que tenía un fuerte dolor de cabeza y Edan lo empeoraba con esto. Sopesó un segundo la situación y pensó por un momento en su esposo, Edan lo adoraba y sería capaz de hacer cualquier cosa por él, quizás esto sería bueno para Erick, pero y ¿Para Edan? ¿No era algo demasiado precipitado?. Angélica levantó la vista nuevamente hacia ellos, Edan se notaba muy seguro y ¿La jovencita? Bueno, por lo menos parecía que de verdad estaba atraída por él, ella se veía completamente sonrojada. Además, existían las anulaciones y los divorcios, así que, Angélica tomaría la prevención que seguramente su hijo no tomó, llamaría ya mismo a un amigo suyo, un notario, para crear un contrato prenupcial y hacerlos firmar antes del matrimonio. Ella podría permitir que Edan llevará a cabo su show, pero como su madre, era su deber protegerlo. — Está bien, Edan, entiendo. — Miró a la joven con un mejor semblante. — Bienvenida a la familia, Alma, aunque lamento que termináramos conociéndonos en esta circunstancia. El primer obstáculo, ya había sido superado, era el momento de entrar en la habitación de su padre y la verdad, resultó mucho más fácil de lo que ellos esperaban. Alma era una chica muy dulce, Edan no se había dado cuenta antes de eso, sin embargo, al verla charlar con mucha tranquilidad y paciencia con Erick, su padre, una sensación de serenidad y calidez, lo invadió por un instante. Erick sonreía junto a la joven, mientras ella inventaba algunas anécdotas tontas sobre su relación y le contaba como comenzó a salir con Edan. Minutos después, salieron de la habitación, el señor O’Connor, debía descansar. Alma se despidió de Angélica con mucho respeto, lo que le dejó una muy buena impresión a la mujer y luego, tomándose de la mano, nuevamente, caminaron juntos hacia los ascensores. Ambos respiraron profundo cuando no estuvieron a la vista de nadie, parecían haber botado un peso de encima. — Gracias. — Murmuró Edan. — Está bien, salió mejor de lo que esperé. — Sí, ¿Quieres que te lleve a tu casa o te piensas quedar en el hospital?. — Ella negó de inmediato. — Veré a la enfermera, quiero ver si me puedo quedar en la habitación de mi madre, mañana, a primera hora, arreglaré todo el papeleo de la cirugía, antes del matrimonio falso. — Ah, claro. — Él asintió, recordando porque Alma lo ayudaba. — Pero debes… — Sí, ya lo sé. — Lo Interrumpió Alma. — No debo dejar que tu mamá me vea. Se abrió el ascensor, ambos iban saliendo, cuando un fuerte y extraño sonido los detuvo en seco. Alma se quedó paralizada, sintiendo como todos lo colores se le subían al rostro. Luego de un segundo, Edan se aclaró la garganta, intentando romper el silencio. — ¿Te gustaría acompañarme a cenar?. — Preguntó algo apenado ante el rugido del estómago de Alma. — ¡No! No, estoy bien, gracias. Ella quiso salir corriendo, deseando que la tierra se la tragara. La vergüenza que sentía, gracias al rugido descomunal de que hizo su estómago, era muy grande. Por suerte, eso no había sucedido durante la charla con los padres de Edan, puesto que, antes de verlos, Alma aprovechó para llenarse el estómago con bastante agua, cuando entró al baño del hospital para arreglarse un poco. Alma bajo mirada, y caminó, decidida a salir de allí. — ¡Espera!. — Edan la detuvo, tomándola por una mano. — Yo tampoco he comido casi nada en todo el día y nos serviría de mucho cenar juntos para hablar sobre nuestro plan, conocernos y estar preparados para las posibles contingencias de mañana. — Explicó muy serio. Alma miró la mano de Edan sobre la de ella y la verdad era, que ese día, Edan no había dejado de tomar su mano en diferentes ocasiones y hacía mucho tiempo que ella no sentía, que alguien, la sostenía o la ayudaba. Así que, tragándose ese sentimiento de vergüenza, aceptó la invitación para cenar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD