— Muy bien, Alma. La factura para la cirugía de tu madre, ya ha sido pagada y tu actuación ha salido mejor de lo que esperaba, has cumplido con tu parte del trato. — Sentenció Edan, ceñudo. — Pero, todavía falta el matrimonio falso, ¿Por qué no lo hemos hecho?. — Respondió Alma, confundida. Él apretó la mandíbula. — Ha habido un cambio de planes… — Edan miró de refilón a Diego, quien estaba presente. — Por eso te presenté a mi abogado, necesitamos hacer unos cambios en los términos que habíamos negociado. — ¿Qué quieres decir?. — Edan tragó saliva ante la pregunta de Alma. — El notario falso, nunca llegó… Y a mi madre se le ha ocurrido que nos case un amigo suyo, que está aquí… — Alma levantó una ceja, encajando las piezas. — Es un notario real. — ¡¿Qué?! ¡No! ¡¿Hablas de que nos cas