Vivian había recibido, lo que para ella era, una terrible noticia, una tan grande, que cambiaría el rumbo de su vida, por completo. Ese era el peor día de su vida y por más que intentó buscarse una explicación, de porque le sucedía las peores desgracias, no la encontró. La única solución momentánea, era buscar el apoyo del causante de todos sus males. — ¿Hola?. — Una voz ronca se escuchó en el auricular. — Tenemos que hablar. — Dijo Vivian con convicción. — Te he dicho que no me llames. — Se escuchó mascullar al hombre, al otro lado de la línea. — Es urgente, necesito hablar contigo. — Escupió ella, con rabia. — ¿Eh? ¡Voy en un momento, cielo! Estoy hablando con un socio. — Escuchó que el sujeto le respondía a una voz femenina que le hablaba al otro lado del auricular. Vivian apretó