Ishla llega a su casa, se sentía muy cansada ya terminaba la semana. Las cargas de su hogar, el desempleo de su padre, Ángel el esposo de su hermana que no da cara, ellos cubriendo las necesidades de los dos niños de Emmie más los gastos extras del hospital, al menos ya habían pasado dos semanas y habían dado de alta a Emmie.
Cuando la acompañaron a su antigua vivienda el casero le informó que Ángel había entregado el apartamento y le había dejado las maletas en el almacén. Ninguno podía creer lo cara dura que había salido el hombre que por años fue el esposo de la joven mujer. No les costó más remedio que añadir a la lista de gastos a la chica con sus dos criaturas.
Todo en la casa era un caos. Ishla suspiro al entrar y verlo todo patas arriba, su madre trataba de seguir el ritmo de los niños pero le era imposible por sus diferentes enfermedades.
—Mamá, deja eso yo lo hago. —pide poniendo sus cosas sobre la mesa para ayudar a su madre a recoger los juguetes tirados.
Una vez terminó fue a la cocina, necesitaba comer algo o si no se desmayaría, desde hace una semana ha dejado de llevar desayuno para rendir el alimento en la casa. La indemnización de su padre como llegó se fue. Sólo quedan con la pensión mensual de Bárbara y el cheque semanal de Ishla que últimamente siente que entre lo que saca para aportar a la casa, el porcentaje que ocupa para guardar para pagar la deuda con su jefe, no le da para nada, apenas saca lo del pasaje de ida y vuelta semanal.
—Toma, mi niña. —Bárbara le sirve un plato de sopas de brócoli y pan con ajo.
—Gracias madre. ¿Cómo sigue Emmie? —pregunta comiendo despacio.
—Ella está mucho mejor, pero aún no puede hacer fuerza y Desiree no lo entiende, quiere que la esté cargando todo el día. —explica la mujer mayor.
—Me imagino que tiene que ser tortuoso, ya mañana no tengo que trabajar, yo te ayudo con todo. —Bárbara niega.
—No, mañana quiero que descanses, tú tienes mucho ya con trabajar y estudiar. Mira como estas de pálida, no puedo permitir que tu también te me enfermes.
—¡Pero mamá! —exclama como una niña haciendo berrinches.
—Pero mamá nada, Bárbara tiene razón, tú tienes que recobrar fuerzas. Si quieres dedica el tiempo para estudiar, pero nada de salir de tu habitación a hacer quehaceres, para ayudar a tu madre estoy yo. —dice Albert de manera contundente.
—Gracias. —musita apenada.
Terminó de cenar y fue directo a darse un baño de agua tibia. Agradece que en su casa haya una tina para poderla llenar y relajarse una media hora, su cuerpo lo necesita. Cerró sus ojos pensando en todo lo que había pasado en esas dos semanas.
Su vida era un completo desastre, solo vivía para trabajar, estudiar y guardar dinero para pagar ese préstamo. Por un momento pensó en saltarse un semestre y buscar otro trabajo que le diera más dinero, pero sus padres se lo prohibieron.
Los días pasaron igual, su hermana seguía reflejando mejoría, los niños comenzaron la escuela y tuvieron que usar lo que ya había guardado para los uniformes de nuevo ingreso. Cada día era un nuevo comenzar, los padres de Ishla le ocultaban cosas para que no cayera todo sobre ella. Muchas veces Bárbara sacrificaba la cena para dejarlo a Ishla.
Los meses pasaban con mucha rapidez siempre que Ishla tenía algunos dólares guardados pasaba algo que debía usar ese dinero para resolver y no para lo que lo había guardado. Comenzaba a desesperarse, el retiro de su padre aún estaba detenido su caso. No entendía qué pasaba, al menos le reconfortado que era acumulativo y en cuanto lo aprueben este se los dará a Ishla para cubrir la deuda adquirida. Zuleika los ayudaba con lo poco que podía, eran unidos pero no bastaba para poder resolver.
—Familia tengo una gran noticia. —Interrumpe Emmie con una sonrisa.
—¿Apareció la pensión de los niños? —pregunta Albert haciendo que Emmie se sienta mal.
—No, ese desgraciado hasta del f*******: me bloqueó. Conseguí trabajo en un restaurante. —dice al fin pero lejos de que alguno de su familia se alegre se pusieron triste.
—Emmie el médico dijo que en seis meses no puedes hacer fuerza. Entiendo que te sientas mejor, pero es tu salud la que está en juego. —dice Barbara con voz más pausada.
—Lo sé, pero no me puedo detener, mis hijos me necesitan, ustedes me necesitan, Ishla, ustedes han visto a mi hermana. Esa niña solo sabe trabajar, estudiar y dormir. Eso no es bueno, yo tengo que ayudarla. Además todos están así por mi culpa. —todos niegan.
—No Emmie, estamos así porque el infeliz de Ángel no cumple como padre. Hasta el momento no le ha faltado nada ni a ti ni a tus hijos, pero ya los recursos que teníamos están acabandose. Tienes que ir a un tribunal y solicitar lo que por derecho le corresponde. Ya luego te encargas de trabajar. —explica Albert haciéndole entender la situación.
—Tienes razón padre pero no se ni donde encontrarlo. Cuando pienso en él me deprimo. —confiesa la mayor de las tres hermanas.
—Tienes que pensar en esas dos criaturas que trajeron al mundo, es hora que el malnacido se haga cargo de sus hijos y tu dejes de ser tan blandusca con él. —alega Albert comenzando a perder los estribos.
—Mañana mismo voy a ir al tribunal para que lo busquen y le hagan pagar una buena pensión a mis hijos. —dice determinada Emmie.
💓💓💓
Ijov mira el calendario, ya faltan solo tres meses para poder cobrar la deuda. Cada día se levanta más obsesionado con el día que al fin la haga suya. Se le perderá entre los brazos, pero aún así la disfrutará como un animal salvaje.
—Señor Lynx, llegaron estos documentos para usted. —dice Maritza poniéndose un sobre manila en el escritorio.
—Gracias Maritza, por favor cancela la reunión de esta tarde, me surgió un compromiso irrompible. —La mujer asiente saliendo de la oficina de su jefe.
Ijov mira el remitente del sobre y sonríe.
—Vamos a ver que me tiene el detective Kolton.
Saca los papeles y lee con detenimiento.
—Interesante —susurra al leer que Emmie buscaba a Ángel, su esposo—. Una pensión no me conviene que aparezca aún, ya luego yo mismo la entregaré. Tomó el teléfono para comunicarse con uno de sus hombres de confianza. Según lo que leyó el hombre era un vago, bueno para nada que vendía su material en las calles.
El ser el dueño de las mismas le hace poder controlar a todo el que se le antoje, desde políticos hasta vagabundos.
—Dreel, necesito que me hagas un trabajo. Te voy a enviar la información. No lo mates, solo será secuestrado por algunos meses, mejor dile que el jefe lo envió a Las Vegas a un trabajo por tres meses y listo. Necesito que lo mantengas vigilado y no permitas que alguaciles se le acerquen y asignarle un trabajo que mantenga un perfil bajo. —explica.
—Como usted ordene, Teufel. —se limita a decir el hombre terminado la llamada.
—Perdóname mi hermoso cervatillo pero tú serás mía y luego seré tu héroe.
Guarda los documentos en la caja fuerte y sale a encontrarse con sus amigos rusos, quienes le ofrecían un buen negocio en armas largas.
💓💓💓
Ishla y su familia se sienten desesperados, el padre de los hijos de Emmie no aparece por ningún lado en San Francisco, el retiro y la indemnización de Albert está detenido, sólo tienen el dinerito de retiro que cobra Bárbara y el sueldo de Ishla, el mismo que tiene que dividirlo para ayudar a su familia, la uni y su día a día. Muchas veces ha tenido que ir caminando para poder ahorrar. Es una situación muy difícil, todo estaba patas arriba, no quería decirle a sus padres que no iba a poder pagar la deuda.
Miro el pote donde echaba el dinero, estaba guardado en el armario en la covacha de los conserjes. No quería llevarla a su casa porque tendría que decirle la verdad a sus padres generando más estrés. Observa que no lleva ni una cuarta parte de lo que necesita para saldar, suspira cansada.
—Y si le pido más tiempo al señor Lynx, tal vez este no los necesite y me pueda extender el plazo. —susurra poniendo el pote nuevamente en el armario. Cerró con candado y salió para ir a la universidad.
—¿Maritza? —inquiere al ver a la mujer que camina de manera veloz por el pasillo del sótano.
—Niña, ya era hora que te encontrara. —escupe rápido que la ve.
—¿Qué pasó? —pregunta angustiada aún falta un mes para que se cumpla el plazo que le dio el presidente de la compañía.
—Está insoportable, necesito que vayas y limpies su oficina, ha roto todo lo que ha encontrado. —explica Maritza.
—Bien, ya me iba pero no me caerá mal unas horas extras. —dice más animada.
—Gracias, gracias, gracias. No sé qué le dijeron que se puso así, había llegado pasable, no era un cordero pero al menos me saludo y no me corrió de su oficina a gritos. —explica Maritza.
—Tranquila, ya voy. —le dice para ir a buscar los útiles de limpieza y subir a la oficina de presidencia.