No me he levantado de muy buen humor, las palabras de Alesso no me cayeron demasiado bien. Entiendo que esto no era lo que el quería y que pueda estar dolido pero yo también tengo corazón y sentimientos. Qué hay de mi opción? Lo olvidaba simplemente no cuenta.
No estoy de humor para ver si nadie, ni siquiera me gusta esta casa y por lo poco que se tendrá que empezar a gustarme ya que será la mía.
Mi padre está en una continua luna de miel, la verdad es que nunca lo hubiera imaginado. Claro que me siento bien porque sea feliz pero hay algo en Margherita que no me gusta, no quiero pensar mal pero creo ver el interés en sus ojos.
Estoy en mi dormitorio he cogido un libro romántico y me dispongo a leerlo se que nada de lo que pueda leer se podrá comparar con la realidad pero al menos mientras leo soy feliz, me imagino que la protagonista soy yo y hay un hombre que bajaría hasta la luna a mis pies.
Unos ruidos me sacan de mi ensoñación, en ese precio instante soy consciente de que están tocando mi puerta. Doy permiso para entrar una de las chicas del servicio me indica que mi prometido me espera abajo.
Esto no puede ser real, a qué ha venido hoy? Ha hacer un teatro quizás? Eso es lo más probable seguro que sus padres lo están obligando.
Cojo un chal y bajo a su encuentro, el me sugiere dar un paseo por la ciudad y quizás tomar un helado o tomar un dulce. Acepto y me agarró a su brazo.
Caminamos en silencio la verdad es que no tengo nada que decir, al menos no me van a casar con un viejo, gordo y calvo. Pero a estas alturas quizás ese hombre me estimaría más que el actual.
El paseo aunque silencioso a resultado ser agradable, estamos sentados en uno de los bancos de un parque aún no sé cómo se llama pero pronto lo aprenderé porque me parece un lugar maravilloso.
Alesso trae dos helados uno para mí y otro para la dama que nos acompaña.
— Tú no tomas helado?— Pregunto rompiendo el hielo entre nosotros.
— No a él no le gusta el dulce prefiere lo salado al igual que a las mujeres y no a las niñas.— dice una mujer rubia muy exuberante.
— Fiore que haces aquí? — dice Alesso sorprendido.
— Llevas dos noches sin calentar mi cama, no dirás qué me has cambiado por está remilgada.— dice mirándome de arriba a bajo.
— Este no es el mejor momento para hablar de esos asuntos. Además creo que deje claro tu lugar en mi vida.—
Sin poder evitarlo me he convertido en una mera observadora, yo no tendré mucha experiencia o más bien nada en cosas del amor pero tengo claro que estos dos tienen algo juntos.
— Y tú porque no hablas es que eres muda?— dice gritándome.
— No soy muda señorita, pero creo que poco tengo que ver yo en su conversación.— digo para después tomar un poco de mi helado.
— Tú lo que eres es una arpía y una interesada, crees que podrás complacerlo como yo lo hago. Crees que no te dejará en las noches y vendrá a buscar mis caricias.—
No tengo más que escuchar, no tengo porque soportar los celos de una loca. Además después de esperar que Alesso la pusiera en su lugar y le regañara por su forma de hablarme me he cansado así que es hora de volver a casa.
Me levanto de mi sitio y comienzo a caminar hasta mi casa, bueno espero que no lo sea por mucho tiempo y rompa el compromiso se ve de lejos que tienen una relación así que yo no pinto nada en esa ecuación.
Mientras camino giro mi cabeza veo como esos dos parecen discutir acaloradamente, no me interesa nada por mi pueden hacer lo que les plazca.
— Señorita siento que hayas tenido que ver esa situación, el señorito es bueno el problema es que esa cortesana lo tiene hechizado.— dice mi acompañante.
Eso me hace suspirar del disgusto, si todavía tenía una leve esperanza de que el rompiera mi compromiso por estar con ella, todo mi mundo se ha vuelto a hacer pedazos. Nunca le permitirían casarse con una cortesana, no se muy bien lo que hacen pero en la iglesia se comenta que son mujeres de baja moral.
Tengo que analizar bien mi próxima situación, ya me ha quedado claro que nunca tendré su amor. Al menos eso me dará libertad, no dormiremos juntos y tendré tiempo para mis negocios. Tengo una suma bastante cuantiosa guardada me la dejo mi abuelo de herencia mi padre me la doy completa para que la utilizará en lo que yo deseara. Así que una vez casada pondré en marcha mi plan, pero antes tengo que buscar a alguien de total confianza, nunca nadie podrá saber quién se esconde detrás de todo.
Con el tiempo se cansará de tenerme en su casa y me mandará a una casa en el campo. Desde ahí podré ser libre completamente.
Al menos las cosas no se están dando tan mal. Lo único que de verdad me apena es que algo me dice que la nueva esposa de mi padre no lo ama ni lo hará, ama la vida que le puede proporcionar y el problema no es solo ese. Se que si le da un heredero se intentará quedar todo lo que me corresponde pero no puedo hacer nada ante mi padre solo soy una niña celosa y caprichosa.
No sé cómo ha podido cambiar tanto en pocas semanas, es como si fuera una bruja y lo tuviera hechizado. Mi padre nunca fue así, atrás quedó el hombre atento y protector que daría su vida por mi.
Ya no soy su prioridad.
— Qué tal el paseo hija?— dice Margherita con cierto rintintin.
— Bien, Milán es bonito y he tomado un helado. Gracias Margherita por tu interés.—
— Porque no la llamas madre, veo la tristeza en sus ojos cada vez que la llamas por su nombre.— dice papá en tono de regaño.
— Lo siento padre pero ella nunca sera mi madre, si acaso mi madrastra además tener una madre solo un poco mayor que yo es un poco extraño para mí. Si me disculpan voy a descansar hasta la hora de la cena.—
Veo como ella se lanza a los brazos de papá sollozando, de verdad o es una actriz fantástica o yo de verdad estoy montando una escena sin sentido.
— Francesca tu y yo hablaremos más tarde.— dice papá mirándome con decepción
Esa mirada me parte el alma, igual estoy siendo injusta pero no creo que ella ame a mi padre y luego está lo del libertino de mi prometido. Creo que no puedo tener más mala suerte de la que tengo o quizás si?