Dániel.
Esperé a la policía atrás del club porque no quería que por culpa de unos adolescentes drogados y un pervertido mí negocio se hunda. Todos ellos fueron a la comisaría. Isabel debía ir también pero podía realizar la denuncia al día siguiente.
Ya todos un poco más tranquilos estábamos en mí oficina trabajando, yo estaba sentado en el escritorio que estaba allí.
—Bien señor Blanco pudo domar a la fiera —bromea Ingrid —, si que estaba furiosa creyendo que usted… Auch —se queja porque Isabel le había dado un codazo.
—No querías divertirte e ir a bailar —sugiere mí esposa para cambiar de tema mirándola mal.
—Sí quieres yo te puedo acompañar —se ofrece mí amigo, pero ella hace un gesto de disgusto.
—No —sentencia mirando para otro lado cruzándose de brazos aportando la espalda e
