Prefacio.
Muchos piensan que ser diferente es no pensar igual que los demás, o no actuar como ellos, y tal vez tengan razón, aunque en lo que se equivocan es en pensar que eso está mal, pero no, ser diferentes no es malo, ser diferentes es ser uno mismo, cada uno es diferente a otro, en realidad la diferencia es algo que todos tenemos en el interior, ser diferente es no querer ser la imitación de alguien, es ser nosotros mismos.
A los humanos les asusta lo diferente, no se dan la tarea de conocerlo, solo lo rechazan sin razón alguna los agreden y no los aceptan tal y como son, solo porque no se ven como ellos o no actúan como ellos; por esa razón todos los que no nos parecemos a ellos debemos ocultarnos y ocultar lo que en verdad somos, todo para no ser rechazados, muchos creemos que nos rechazan por ser débiles y por sentir miedo, pero en realidad los que están aterrorizados son ellos, y sentir miedo no está mal, lo que sí está mal es dejarse llevar por él y no hacer nada para superarlo... pero ese día había decidido que superaría mi miedo...
Nos encontrábamos en la línea de batalla, observábamos los ojos del enemigo sin siquiera parpadear, esa titilante luz roja que tenía el papel de ojos, después de todo ahí estábamos, tratando de salvarle la vida a quienes alguna vez nos rechazaron por ser quien éramos, el enemigo se encontraba en la línea de batalla, eran muy diferentes a nosotros, ellos sí parecían robots, su cuerpo estaba hecho de un acero gris y áspero, sus ojos daban una luz roja, parecían linternas, tenían un aspecto metálico y no tenían pensamientos, su mente estaba totalmente en blanco; al verlos se me helaba la sangre, mostraban una gran impresión de frialdad, y solo con ver sus ojos rojos, esas luces rojas supe que su única intención era asesinar; sin embargo, ellos no eran el verdadero peligro, el verdadero peligro estaba oculto tras ellos, era alguien tan cobarde que se ocultaba detrás de máquinas para no enfrentarse a sus miedos, era quien los controlaba, y nuestra misión era detenerlo a toda costa, para eso nos entrenaron, para proteger la humanidad, ese era nuestro propósito y debíamos cumplirlo a toda costa, sin importarnos nada más, no importaba si moríamos en el intento, debíamos proteger a los humanos, los dueños de este mundo, aunque fueran más débiles que nosotros ellos eran los dueños de este mundo, y debíamos ayudarlos a salvarlo, porque nosotros también llevábamos parte humana.
Todos los Android estaban preparados, todos nosotros estábamos temblando del miedo, su fuerza era mayor que la nuestra, y nos superaban en número, tenían todas las de ganar, aunque teníamos parte de ellos y de su poder, únicamente éramos ocho personas y ellos eran miles de Android, ellos eran más fuertes, sus armas eran más avanzadas y sus cuerpos más resistentes, pero solo eran los títeres de alguien cobarde que solo quería dañar a la humanidad, a ellos les faltaba algo que nosotros sí teníamos, algo esencial y lo que nos hacía ser humanos, nosotros teníamos corazón y cerebro.
En ese momento toda mi vida pasó frente a mis ojos, recordé como había empezado todo, desde el momento en que mi vida empezó a destrozarse juré vengarme de aquel que me había destrozado la vida, y ahí estaba, a punto de cumplir mi juramento, pensé en mi madre y en todo lo que sufrió desde que conoció a mi padre, luego cuando lo perdió y lo único que le quedaba era mi hermano y yo, y finalmente murió por salvarnos, por mucho tiempo odié a la humanidad por eso, pero luego entendí que no era su culpa, sino que era la culpa del cobarde que se escondía tras esos monstruos que había creado, y juré que acabaría con ese cobarde…