— Te digo que aprendí a hacer unas margaritas que son del cielo cariño — dijo Kate. Me la imagino enrollado el cable del teléfono en su dedo y frunciendo los labios. — Son más alcohol que nada Livie no le creas — dijo Jules —, además, qupedamos en que hoy iríamos a la feria, ninguna hemos ido y esta semana ya se termina. De hecho, yo sí había ido a la dichosa feria… con Max y fue increíble, la mejor cita que he tenido en mi vida. — ¿Hoy? — gime Kate al teléfono. — Mejor mañana Jules y sin nada de guardaespaldas, Olivia. — Oí decir a papá que una niña desapareció en la feria. — ¡Ah sí! — dijo Jules. — Es la hija menor de los Roberts, ellos están muy angustiados. — ¿Son tus vecinos no? — le preguntó Kate. — Sí — suspiró ella. — Pobre pequeña, quien sabe qué maldito la tiene. — Mier