La semana pasó más lenta de lo normal y cada vez que me cruzaba con Monique por los pasillos me miraba con deseo mientras se mordía el labio, yo me moría de miedo en pensar que pudiesen darse cuenta de los deseos de mi maestra y el problema que me podía causar, aún así, quería aprender de ella lo que estuviese dispuesta a enseñarme sin importar nada. Por fin era viernes y de nuevo la vería en el salón dando Álgebra, hoy entregaría los resultados del examen y yo estaba sentado solo en la última fila. Usaba un vestido ajustado al cuerpo pero de corte apropiado, en color salmón y resaltaba con esa larga cola de caballo que usaba, todos babeaban por ella, tanto padres como profesores y hasta los mismos alumnos. Era un jodido suertudo. En silencio ella empezó a pasar por los pupitres entregan