– ¿Por qué? – no es que odie hablar de mí misma porque me avergüence, aunque en realidad, si estoy muy arrepentida de muchas acciones y decisiones que tomé, pero en realidad, lo que me disgusta, es que alguien que no pertenece a mi vida, sepa por lo que pasé.
Digo, es mi mierda, mi asunto, de nadie más, y si mi hijo, en un futuro, quiere saber, pues sabrá el tipo de mujer que fue su madre antes de tenerlo, pero porque es mi hijo.
– Ya te dije, me da curiosidad – niego. Pues a mí me da curiosidad saber cómo saber cómo se siente tener todo su dinero y no estoy pidiéndole.
– No tengo nada para decirle – comento con toda la amabilidad que consigo acumular en este momento.
– Cher – me llama la atención Sandra, pero sinceramente, me parece una putada que este hombre, solo por ser el dueño y señor de este lugar, crea que tenga el derecho de saber mi vida.
Si está tan interesado, estoy segura que Giselle le hubiese mostrado hasta lo más profundo de su cuerpo.
– Lo siento, pero me parece que mi vida, es privada, en tal caso, no debe preocuparse si cree que pondré denuncias o lo que sea, no lo hice cuando el daño estuvo hecho, no lo haré ahora – sé que le importa una mierda la policía y si pueden ser demandados por mí o no.
No soy imbécil, al menos ya no tanto como antes. Sé conectar las señales, y este tipo frente a mí no es simplemente un riquillo que invirtió en un club nocturno.
Mínimo, este hombre es un capo, él o alguno de sus hermanos. He visto el movimiento de ciertas sustancias en este lugar, unas que se me son muy familiares, aunque debo decir que estas lucen de mucho mejor calidad que la mierda barata que consumía hace años.
Siendo Dmitry el mayor, supongo que él es quien maneja toda la mierda y los demás son como sus subordinados, pero no sabría confirmarlo.
– Entiendo – es todo lo que dice antes de darle un trago a su vaso que acaba con todo su contenido. Lo tomo, preparada para levantarme y rellenarlo, pero me retiene su mano en mi muñeca.
>> Sandra, por favor, tráeme otro – evito la mirada de mi jefa y me concentro en ese par de ojos misteriosos.
Parece ocultar tantas cosas que muero por preguntar, pero sería una hipócrita si lo hago cuando acabo de negarme a hacerlo.
A los pocos segundos de haber hecho el pedido, Sandra se levanta y toma el vaso, al mismo tiempo, él suelta mi brazo y me siento inmediatamente más cómoda.
Repito, él es muy apuesto, tanto, que, en otra situación, yo disfrutaría de tener sexo con él sin pedir algo a cambio, pero, su mirada tan fija y concentrada en mí me está intimidando un poco, y eso es algo que definitivamente no me agrada.
– Bailas muy bien, luces como una profesional ¿ya lo hacías antes? – bueno, que mierda, no voy a mentir, eso me hace sentir muy alagada.
– De niña practicaba ballet – lo dejé cuando comencé con los malos pasos, algo así como a los dieciséis.
Un consejo que le daría a mi yo de esa edad. Aléjate de esos amigos de mierda que tienes y sigue bailando.
– Tienes gracia ¿y desde cuando te dedicas a esto? – no sé a dónde quiere llegar, pero quiero que acabe pronto.
¿Si quiere acostarse conmigo por qué no lo dice y ya? No entiendo por qué da tantas vueltas, él sabe lo que pasa en este local, es el dueño.
– Desde que llegué aquí hace año y medio.
– ¿Desde que llegaste a Seattle? – niego.
– Llegué hace más de tres años, pero mi primer trabajo bailando fue aquí, en Mistery – asiente y se acomoda en su silla, alejándose un poco más de mí, y eso me da la suficiente comodidad para tomar mi jugo y relajarme en mi asiento.
Sí está alejándose es una buena señal, también agradezco que no tenga la mano sobre mí. Normalmente, cuando algún cliente pide que le sirvamos, suelen ser excesivamente empalagosos, encimosos e irritantes.
Y, en este momento, el señor Bogdanov está siendo un soplo de aire fresco para mí. Sí, es molesto con tantas preguntas, pero agradezco que no esté alardeando hablando mierda, o solo hablando sobre mi cuerpo y todo lo que le gustaría hacerme.
– Ya veo ¿Cómo ha sido tu experiencia luego del cambio de administradora? – casi quiero reír.
Primero era un interrogatorio y ahora me parece una entrevista de trabajo o una encuesta de empresas.
Sí, creo que este hombre me agrada.
– Bien, es educada, no nos insulta, agradezco poder golpear cuando me tocan sin mi consentimiento, y el aumento de sueldo ha sido gratificante, quería agradecerles por haberse llevado a Brianna – ya que creo que no podré agradecerle a su hermano, espero que este le lleve el recado.
Y si no lo hace da igual.
– Ella no cumplió con su palabra, obtuvo el castigo pertinente – asiento. No dudo que así haya sido.
Ese es el problema de meterse en este mundo de mierda. Al cometer errores, no hay oportunidad de repararlos, porque te desaparecen.
No diré que soy experta en cómo se mueven las cosas en este tipo de vida, pero me juntaba con varios que pertenecían a esos grupos peligrosos de la zona en donde residía, y me hago una idea.
Si me preguntan, me parece que es una mierda, y agradezco la poca prudencia que mantuve durante esos tiempos por no dejarme ingresar a esos pasos.
– No dudo que así hay sido – dejo mi vaso de lado.
– ¿Otro? – niego.
– No hace falta, muchas gracias – en otra oportunidad, no me molestaría en pedir otros dos, total, él lo pagará y me quedara un porcentaje, pero solo porque me ha caído bien no lo haré.
– Okey, quiero saber un poco más de ti ¿estudiaste? – respiro profundo para mantenerme en calma.
– No terminé la secundaria – arqueo una ceja viéndolo fijamente, esperando que entienda que el motivo de eso no se lo diré, y que, si me hace molestar, no dudaré en levantarme e irme.
Lo que sería una pena, porque hemos estado teniendo una charla agradable.
– ¿Y hay algo que te apasione? – bien, él es inteligente e intuitivo. No es un imbécil de mierda.
– El baile, me ayuda a desconectar – sonrío un poco sin poder evitarlo. También me apasiona ver a mi hijo hablar sin parar, reír y corretear por todos lados.
– ¿Incluso en esta situación? – inclina la cabeza hacia el escenario, y veo a Lila meneando el culo en la tarima principal, o incluso se puso en cuatro, con su trasero hacia la orilla, y más de un hombre le ha dejado una nalgada justo antes de dejarle un billete en la ropa interior.
Simplemente, repugnante.
Pero nada que criticarle, cada una de nosotras tiene su manera de presentarse y de hacer clientes.
– Cuando la música empieza a sonar me olvido del ruido de alrededor, también cierro los ojos – eso me ayuda a concentrarme mejor y solo prestar atención a lo que estoy haciendo.
– Supongo que eso quiere decir que no dejarías esto, aunque consigas lugar en una escuela de baile, por ejemplo – ni idea de a dónde quiere llegar, pero sería asombroso poder trabajar en una escuela de baile.
Aunque primero tendría que averiguar que mierda tendría que hacer, no sé cómo enseñar algo que solo me sale porque sí, pero podría hacer un esfuerzo, creo.
– Si gano menos que aquí, no lo haría – seria asombroso poder hacer algo que le pudiese decir a mi hijo y lo haga sentir orgulloso de tener una madre como yo, pero más me importa asegurar su futuro y presente que lo que piensen de mí.
Me rompería el corazón ver una mirada de decepción de mi bebito hacia mí, pero lo que más me importa es que no le falte nada, así que todo estará bien incluso si debo seguir con esto durante años.
– ¿Tienes problemas de dinero? – bueno, hombre ¿qué no es obvio? Si fuese una maldita pija, seguro que este lugar sería el último en el que me verías en tu vida.
Pero, me repito, está siendo amable y me está cayendo muy bien, intentaré ser agradable.
– Sí, ya lo estoy resolviendo de a poco, otra vez, gracias a este trabajo – asiente otra vez, sin quitarme la mirada de encima.
– Gracias – por un momento me extraño, hasta que veo como Sandra deja el vaso frente a él y vuelve a tomar asiento – Seré el encargado de lo que está pasando, Viktor vendrá solo cuando sea necesario, pero ningún otro de mis hermanos vendrá – comenta volviéndose hacia la tarima.
– Okey, y yo hablaré con las chicas para que el incidente de hoy no vuelva a ocurrir – veo como Lila sale del escenario y poco después, aparece Giselle, ella tiene un estiro un poco más similar al mío, evita las manos de los clientes y solo se concentra en el baile.
– Eso espero.
– También les hablaré para que estén atentas a lo que escuchen – ya eso me llama un poco la atención.
¿Están teniendo problemas?
– No lo hagas, nunca se sabe en quien confiar – volteo a verlo, sintiendo su mirada fija en mí – ¿Cierto, Cher? – asiento, prefiriendo no pensar que pretende preguntándome eso.
Quizás solo quiere decirme indirectamente que si hablo algo de lo que escuché desaparecerán mi culo, quien sabe, de todos modos, no pretendo meterme con esta gente. No soy la estúpida de Brianna.
– Claro – me limito a contestar.
– Está bien, entonces estaré atenta – es todo lo que dice Sandra antes que se acerque uno de sus guardaespaldas – Tengo que irme, surgió un problema con un cliente.
– No te preocupes, gracias por recibirme.
– A usted por su visita, permiso – y sin más, se pone de pie y se marcha con ese hombre siguiéndola de cerca.
– ¿Crees que Sandra hace mal su trabajo? – volteo hacia él y niego.
– Me parece que ha sido leal con ustedes, también sabe controlar los altercados con las bailarinas y es comprensiva con nuestras situaciones fuera del trabajo – lo digo por la vez que mi bebito se cayó y tuve que faltar al trabajo por estar pendiente de él y que ese golpe en la cabeza no le fuese a traer consecuencias.
Mi hijo tenía dos años y me asusté como nunca en mi vida lo había estado, por suerte, no fue nada grave, y todo eso Sandra supo entenderlo y no tuvo problema en llamar a una bailarina que me reemplazara.
– Confiaré en tu palabra – observo confundida como se pone de pie, se arregla el saco, y con un gesto, me indica que lo acompañe. Juntos caminamos a la salida.
>> Estamos buscando a un hombre que se nos escapó de las manos, y casualmente hemos visto movimientos extraños por nuestros clubes, este es uno de los afectados – una vez salimos del local, da media vuelta y concentra toda su atención en mí.
Noto al par de hombres esperando en una camioneta blindada, también como Paul parece más tenso y atento que nunca a todo nuestro alrededor.
– ¿Y quieres que espíe? – bueno, suena interesante, quizás pueda añadirle algo de emoción a este trabajo de mierda, pero la verdad es que no me place ponerme en peligro. Tengo un hijo que depende de mí, no puedo darme el lujo de morir.
Que ironía de la vida, hace unos años seguro que no pensaría esto, aunque puede que, si igual lo hubiese negado, pero por flojera.
– No, solo que estés más atenta a tu alrededor, vendré dos veces al mes, si tienes algo que decir, te acercas a donde esté – bien, puedo hacer eso, igual ya estaba con el oído atento a todo, solo que no le prestaba atención antes.
– ¿Por qué estás confiando en mí? – lanzo lo que ha estado matando mi cabeza desde hace rato.
Fácilmente yo puedo ser la perra de quien sea el tipo que está buscando y esto sería lo mejor que podría pasarme, porque podría darle información falsa a este de acuerdo a lo que le convenga al otro.
Digo, no sé si es muy rebuscado, pero no es algo imposible. Vendo mi cuerpo, vender información es un ascenso.
Él no me responde de inmediato, sino que se queda viéndome un momento, como estudiándome, antes de sonreír un poco.
Bueno, esa sonrisa es algo ardiente, debo admitirlo.
– Porque me nace – voltea hacia los hombres a sus espaldas y no sé qué clase de señal telepática se dan, porque asienten y suben al coche – Estaré esperando tu informe, adiós.
Y sin más, veo cómo se va hasta el asiento trasero de esa camioneta, y apenas cierra la puerta, arranca a no sé dónde.
Y yo, estoy plantada, pasando frio como una estúpida, sin saber qué coño es lo que acaba de pasar.
¿Cómo que, porque le nace, ahora confía en mí? No me conoce, no sabe cuáles son mis valores, ni lo que me motiva ni mierdas.
Ah, estos hombres son cada vez peores, pero mi bebé no será así, a él le enseñaré que los seres humanos son crueles, no hay que fiarse porque en cualquier momento le comen hasta los ojos.
Y las mujeres también son seres humanos.