Dahlia – Y ahora, Cher – escucho la voz de Paul y justo después, empieza a sonar una suave melodía, una que quería bailar, no una que me impusieron. Casi puedo olvidarme las personas que me están viendo bailar y con qué propósito vinieron esta noche. Cierro los ojos, me dejo llevar. Subo con gracia por el tubo, empiezo a girar, siento como sonrío y me siento libre. Esto es lo que me gusta, lo que me ayuda a drenar todas mis preocupaciones, lo que me apasiona, siempre lo ha hecho. Apenas toco el piso con los enormes tacones que tengo puestos, abro los ojos y es como si me escupieran de vuelta a la realidad. No es tan grato el sentimiento como lo fue hace unos segundos, pero la canción no duraría por siempre. Por un momento, todo parece estar en silencio, hasta que escucho silbidos por