La música sigue sonando, no se han detenido ni un solo momento desde que comenzó la fiesta, llego al último escalón y Alexis toma mi mano.
Nuestro último baile fue hace poco menos de dos horas, pero es diferente ahora, extiendo mi mano colocando mi palma a pocos centímetros de la suya y hago una leve reverencia.
En este punto se supone que el rey debe permanecer de pie, es el único que no está obligado a saludar a su pareja, pero él retrocede un paso y dobla la rodilla en mi dirección.
Alexis, ya ni siquiera voy a decir algo.
Estamos en el centro de la pista, no hay otras parejas por lo que podemos ir más lento o más rápido sin temor a chocar con otra persona.
En este año que no estuve a su lado aprendió a bailar, pero dejamos de seguir los pasos y él estira el brazo para que yo gire,
