Capítulo 1

862 Words
Como todas las mañanas el despertador de Amberlie sonó a las 4:00am notificándole de un nuevo día laboral, como pudo, se levanto de su cama y se ducho rápidamente, fue hasta la sala donde su padre permanecía durmiendo con la televisión prendía y varias botellas de alcohol esparcidas por el suelo. Suspiro, dándose cuenta que el nuevamente había entrado a su habitación y cogido dinero para sus vicios. Sin mas tiempos para lamentarse fue a la cocina, donde abrió la nevera y solo encontró un limón seco, y 2 huevos. Tomo ambos huevos y empezó a freírlos, al terminar se comió uno, y el otro lo dejo en la mesa, su padre se levantaría con hambre. Tomo sus cosas y salió de casa, camino a la parada donde tomaría el primer bus del día, al llegar se formo en la fila, detrás de personas que estarían pasando por una situación similar a la de ella. Mientras esperaba no pudo evitar pensar en la época en la que tenia su propio auto, no pertenecía a una familia millonaria, pero su padre ganaba lo suficiente para cada integrante tuviera su auto, tomando en cuenta que eran tres personas, para otros era un lujo. Se desconecto de sus pensamientos cuando vi el bus estacionarse y ver a las personas subirse, ella hizo lo mismo, camino a su trabajo. Se bajo en aquel barrio donde salía vivir, y donde amigos de sus padres le dieron trabajo para poder pagar los prestamos y las deudas en las que su padre estaba involucrado. Sin más tiempo que perder, se dirigió a la primera casa, donde la Sr. Johnson le abrió la puerta con una sonrisa falsa. —Buenos días, Sra Johnson, ¿Qué tal esta? —Le saludo Amberlie amablemente. La señora hizo un gesto burlón con la cara y dijo: —Pues, mucho mejor que tú, te comento que mi adorable Gina se caso este fin de semana. Amberlie se sorprendió, Gina era su mejor amiga, si hubiese sabido que se casaba, ella hubiera hecho un espacio para poder asistir al menos a la ceremonia, pero una boda no es algo que se planea en una semana. De Hecho, Amberlie ni siquiera sabía que Gina tenía pareja. —Oh, ¿En serio? Pues felicidades, no sabía— Dijo como pudo, sin perder su sonrisa. —Si, ya están en la edad de casarse, ¿Qué hay de ti? —Le pregunto con evidente burla. La Sra. Johnson sabía perfectamente que Amberlie no estaba en condiciones de buscar pareja, debía encargarse de los gastos, tenia muchas cosas en las que pensar antes de siquiera imaginarse teniendo pareja, o peor aún, sentando cabeza. —No, yo no… —Antes de poder terminar su frase, la Sr rio. —Ya tiene una edad, ¿Cuántos son? ¿30 años? Deberías ir buscando lo que quede, a los hombres no les gustan tan mayores. Amberlie asintió sin ánimos de decir algo, solo esperando que el Sr. Johnson apareciera con Boby, el Golden de la familia. Y como si el universo la hubiese escuchado, le concedió esa ayuda. El Sr. Jhonson apareció con el perro, y Amberlie no pudo evitar suspirar de alivio. —Buenos días, Amberlie— Le saludo el Señor amablemente. El Sr. Johnson era 100 veces mucha mejor persona que su esposa, y Amberlie no podía entender como o porque él se había casado con una mujer como ella. Boby, el perro, empezó a ladrar posiblemente emocionado y con ganas de irse. —Buenos días, Señor. Amberlie tomo la correa que el le ofrecía y procedió a despedirse antes de que esa mujer dijera algo mas sobre vida, o su aspecto. Rápidamente se dirigió a las demás casas donde pasea los perros y después de una cuantas buenas o incomodas charlas camino al parque junto a 10 perros de razas diferentes, siendo Boby, el Golden, el mas imperativo. Al llegar al parque de perros los soltó y se sentó en un banco, a esperar que pasen un par de horas hasta que tenga que devolver a los perros. Al cabo de unos minutos, una señora se sentó a su lado, Amberlie miro de reojo, y noto que tenía una correa, solo que esa correa no estaba amarrada al arnés de un perro, si no al de un conejo. Amberlie se sorprendí y pensó que había todo tipo de personas en el mundo, pero jamás imagino que alguien sacaría de paseo a su conejo. La mujer soltó la correa, y el conejo empezó a saltar alrededor del banco donde ambas estaban sentadas, Amberlie no podía parara de observar el conejo, hasta que le mujer le hablo. —La energía que hay alrededor tuyo es realmente deprimente —Le dijo la mujer. Amberlie volteo hacia ella y sonrió incómodamente. Sin saber que decir exactamente. De repente, la mujer empezó a mover sus manos en dirección a ella, como si intentara quitarle algo. —Te estoy quitando las malas vibras — Le dijo la mujer. Amberlie asintió incomoda, y dejo que la mujer hiciera lo que quisiese. No tenía ánimos de cuestionarle, pero ya era hora de devolver a los perros. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD