Capítulo 8

1117 Words
Ya habían transcurrido tres semanas. Jennifer, estaba muy contenta que fuese fin de semana, así descansaría y no tendría que ir a la universidad, aprovecharía de arreglar la oficina y organizar unos cuantos libros. Estaba arrastrando una escalera para subir unos libros al estante, escuchó un grito detrás de ella.—Ni se te ocurra subirte a la maldita escalera. Jennifer, se colocó la mano en la frente se dió media vuelta y miró sorprendida a Henry. —Me acabas de dar el susto de mi vida. Pero Henry, estaba muy serio, la miró con el ceño fruncido, en verdad estaba muy molesto. —¿Qué rayos estás pensando hacer?. Preguntó y Jennifer se sintió confundida. —¿Que qué estoy pensando hacer de que?. —Cómo se te ocurre intentar subir una escalera. Recuerda que estas embarazada de casi tres semanas. A Jennifer, le sorprendió la rabia que se reflejaba en sus ojos. Ahora que estaba más cerca, se dio cuenta de que no bromeaba y de que no estaba de muy buen humor para sonreír. —Solo, quería colocar éstos libros en el estante y como podrás darte cuenta no llegó y por tal motivo necesitaba la escalera. —Le hubieses dicho, a uno de la servidumbre que te ayudara. Sino me dices y yo te hubiese ayudado o hibiese comprado unos estantes más bajos. No puedes arriesgar la vida de mi hijo de esa manera. Jennifer, sentía que cambiaba de colores. Nunca lo había visto así. Las tres últimas semanas habían sido muy ajetreado entre la mudanza, acostumbrarse a la nueva casa, a trabajar y comprar cosas que necesitaba acompañada siempre por dos guardaespaldas. —Sólo lo estaba intentando subir la escalera. Se defendió con voz baja. Henry la miró con los ojos llenos de rabia. —Ni, se te ocurra volver a hacerlo. Es importante, que te cuides, recuerda que llevas en tú vientre a mi hijo. Necesito que este milagro que está en proceso termine bien. Henry luchó contra las emociones que se apoderaban de él. Estaba asustado. ¿Y si le pasaba algo al bebé, y si… le pasaba algo a ella? Nunca se lo perdonaría, y no soportaría verla sufrir. De alguna manera, las tres últimas semanas le habían hecho ver a Jennifer, como algo más que una gestante subrogada; era su amiga y su confidente, y quería tenerla a su lado. Jennifer, lo miraba sorprendida. Sabía que para él era importante tener el bebé, pero no entendía cómo alguien podía estar tan vinculado emocionalmente a un niño que ni siquiera habían nacido. Era algo nuevo para ella. Un poco aturdida por su enfado, pensó por un momento en reprenderle. Al fin y al cabo, podía hacer lo que quisiera sin que le dieran ninguna orden. Pero su enojo se disipó tan rápido como había aparecido, porque aquel hombre sólo tenía miedo. Lo pudo ver en su rostro; estaba atemorizado por la posibilidad de que hubiese lastimado al bebé. —Por favor disculpame. Dijo Jennifer. La expresión de Henry se suavizó un poco. Y luego colocó la mano en el rostro y Jennifer sintió un escalofrío por todo el cuerpo. —Disculpame tú a mí Jennifer. En verdad lo siento. Le acarició la mejilla, deleitándose con la suavidad y el aroma de su piel. Jennifer, quedó inmóvil, debido a su caricia y el hecho de que se estaba disculpando con el corazón de verdad. Se olvidó de por qué habían estado discutiendo, y lo único que importe que aquel hombre estaba allí y le preocupaba lo que hacía, aunque fuera sólo por el bebé. —No, te preocupes. Todo está bien. Dijo ella con voz débil y, para su sorpresa, él deslizó la otra mano a lo largo de su rostro. —Ten cuidado, por favor. Esto es muy importante para mí. Es lo más importante que he hecho en mi vida. Nada más de pensar que les hubiese pasado algo a los dos, me pongo nervioso. Te juro que habría dejado el trabajo sólo para subirte los libros. Tengo que asegurarme que tú y el bebé estén bien y no corran ningún tipo de riesgo. Jennifer asintió, fascinada porque un hombre como aquel pudiese mostrarse tan caballero. Cuando por fin retiró las manos, Jennifer, apartó de la escalera. —Henry. ¿Te puedo hacer una pregunta? — Por supuesto. ¿Dime?. —Sé que sientes una gran emoción por el bebé, pero… estás todo el día en tú empresa, viajas con mucha frecuencia. ¿Cómo piensas cuidar de él? Henry, suspiro y la miro y le contesto. —Encontraré cómo hacerlo.—dijo, con pasión. —Deseo este bebé con toda mi alma. No tienes ni idea de lo mucho que significa para mí lo que estás haciendo. Encontraré la manera. Jennifer, se sentó en el sofá junto a Henry, mientras éste veía las noticias en el televisor, ella tenía una taza con cerezas en las manos. El la mirada. A ella le gustaba cómo se movía, cómo respiraba; incluso le había gustado cómo se había enojado unas horas antes. Dejó las cerezas en la mesa y se sorprendió cuando él tomo la taza, como si compartir la comida fuera lo más normal del mundo entre ellos. Admitía que se había equivocado al juzgarlo como un niño rico que estaría demasiado ocupado para pasar un rato con ella. Había esperado que fuera así, y hasta lo había deseado; estaba acostumbrada a vivir sola y disfrutaba de su propia compañía. Pero Henry, siempre estaba allí, cerca de ella. Ya casi no se ausentaba de la casa y si lo hacía era sólo por un rato. Aquello era lo más inquietante de todo. Le daba temor pensar que podría ser por ella. Pero por supuesto que no era por ella. No quería considerar aquella posibilidad, porque no podía ser cierto. Jennifer, contempló su rostro y sus labios carnosos mientras sujetaba la taza con un aire distraído, y el corazón le dio un vuelco. Por Dios, estaba deseando a ese hombre, la perturbaba la presencia de aquel hombre. Se lo imaginó deslizando sus manos sobre su vientre, acariciándolo porque llevaba a su hijo dentro. Con las manos acariciando sus pechos, se imaginaba besando esos labios carnosos, alrededor de ella, mordiéndole, pasando su lengua por el cuello y hasta el centro de su pecho. Sus manos deseaban pasaearse por el abdomen y bajar muy lentamente hacia su entrepierna. Estaba temblando, con los muslos tensos y un calor que la estaba quemando, tanto así que de su parte íntima salió un líquido humedeciendo los pantalones cortos que llevaba puestos. Se retorció en el sitio, intentando moverse de forma discreta para no llamar su atención.
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