Henry, después de salir de la empresa, paso a buscar a Jennifer a su trabajo, para ir juntos para la casa. Ambos se encontraban de muy buen humor, contando chistes mientras venían en el auto. Lo que había sucedido anoches anteriores, la había dejado con un estado de ánimo insoportable que se prolongó durante varios días. Henry estacionó el vehículo, bajaron y entraron a la casa. Pero la risa de ambos no podía parar
—¡Ya, Henry por favor!. ¡Ya, para!. Exclamó Jennifer riéndose.—Si, sigo riendo así voy a salir corriendo para el baño. La sonrisa de Henry, se desvaneció y le señaló el sofá para que tomará asiento. Jennifer, obediente se sento y él a su lado, que ella lo miró ya que lo tenía tan cerca, miró su rostro, ese rostro tan varonil y sexy. Recordó cómo la había besado, cómo había explorado su cuerpo con las manos, y cómo se había alejado como si no hubiera pasado nada. Entendía sus motivos para comportase de aquella manera, pero, por otro lado, no le agradaba que pudiera eliminar algo como aquello de su mente. Había sido tan real, puro y tan original y se pasaba los días y las noches pensando en divino y temblando de deseó cada vez que lo recordaba.
—¿Porque quieres que me siente?
—Haz dicho que quieres salir corriendo al baño. Jennifer, lo observó mientras él intentaba que se recostara contra el respaldo del sofá.
—Lo, que pasa es que tenía mucho tiempo sin reírme a. Recuerda que estoy embarazada y mi tractor urinario se vuelve muy sensible con el peso del bebé. Le explicó, y se echó a reír. La expresión de Henry, cambió totalmente y la tomo por los hombros, mirandola fíjate. Y le preguntó.
—¿Porque no te conocí anteriormente. Jennifer, se quedó en una sola pieza, mirándolo sorprendida, tratando de entender que quizo decir con esas palabras.
-¿Por qué, me dices eso?. Preguntó de todos modos, con algo de esperanza, que l dijera que también la amabas y ella era importante para él.
—Porque, se que haz tenido una vida difícil y me hubiese gustado ayudarte con tús estudios, con un trabajo. Jennifer, nunca pensó escuchar esas palabras. No tenía respuesta para su gesto. Se acomodó en el sofá y lo miro.
—He tenido una vida con altos y bajos, por supuesto más bajos. Pero he sido constante en alcanzar mis metas, y nunca nos hubiéramos conocidos somos de mundos diferentes. Se puede decir que nos conocemos por cosas del destino. Henry se puso cómodo en el sofá.
—Tal vez, tienes razón. Dijo esto con una sonrisa, que dejaba ver su blanca y perfecto dentadura. Diciendo esto, entró la Señora Wilson.
—Con permiso. Traía una bandeja con tazas llenas de frutas, panesillo y jugo.
—Gracias. Señora Wilson, usted cómo que es adivina. Coloquela en la mesita que nosotros nos encargamos. La Señora Wilson se retiró y Henry toma un vaso de jugo y se lo entrega a Jennifer.
—Toma un poco de jugo, te caerá bien.
—¿Tú llamaste a la Señora Wilson.
—No, ella es un persona muy amable y sabe hacer bien su trabajo. Tiene mucho tiempo trabajando para mí. Jennifer, tomó el vaso de jugo que le entregó Henry.
—¿Que le coloca a estos jugos?. Que tienen un sabor increíble.
—Les mando a colocar pócimas especiales para tí. Y ambos rieron del chiste de Henry.
Después de la cena. Henry le preguntó.
—¿Que piensas hacer?
—Voy para la oficina, tengo algo pendiente por terminar.
—Esta bien.
Jennifer, sintió que Henry decepcionado. No tenía que ponerse así, total ella iba a terminar algo rápido. Subió las escaleras de forma lenta. Ya que había aumentado algo de peso con el embarazo, aún que tenia el vientre ligeramente abultado, se sentía feliz de estar en forma como para subir las escaleras. Tras entrar en la oficina, encendió las luces y se quedó paralizada. En lugar de su portátil, había una Apple MacBook Air.
—¡Dios Mío!. Exclamó. Cuando giró para salir a buscar a Henry. Este estaba parado en la puerta. Esperando ver su expresión. Jennifer, emitió una risa nerviosa y le preguntó.
—¿Que significa esto?. Y volvió enseñando la computadora.
—¿No, te a gustado?.
—¿Es para mi?.
—Por supuesto.
—No, puedo aceptarla. Dijo sorprendida.
—Claro, que puede. Es un regalo. De un amigo. Y te lo hago con todo el gusto del mundo. Y así tús trabajos serán más rápido. Jennifer, abrió la boca para hablar y la cerró.
—No, tengo como hacerte un regalo de esta magnitud.
—Yo, no te estoy pidiendo que me regales nada. Y río cuando Jennifer le hizo este comentario. —El año entrante vas a comenzar a hacer tus investigaciones y tús estudios y en verdad quiero que tengas lo mejor para que disfrutes y le saques el mejor provecho.
—Es hermosa y por supuesto que la voy a disfruta. Recuerda que soy una maniática intelectua. Él sonrió y se inclinó para besarle la frente y después pasó junto a ella como si nada. Jennifer, suspiro temblorosa, con todo su cuerpo que se encendido a causa del inocente beso. No significaba nada, y al mismo tiempo lo era todo. Lo sintió en sus entrañas, en su pecho, y una mezcla de agonía y deleite envolvió su corazón. Le confundía, y le hacía feliz, pero era algo temporal. Mientras encendía la computadora Henry, la llamó por su nombre de manera casual, con el corazón a millón. Henry, estaba consciente de haberla trastornado con su beso. No podía evitarlo. El afecto que sentía por Henry era agobiante y perturbador al fin y al cabo, era humana, siempre cerca de él, sus detalles, ese deseo aumentaba cada día más. Ella le hechaba la culpa a las hormonas por el embarazo, aún que ella sabía que eso era una excusa. Cómo deseaba aquel hombre. Henry la invitó a qué se sentara a su lado, para revisar la computadora juntos. Cuando ella llegó y se sentó a su lado dejó que ella le diera un vistazo a la computadora él se dedicó a admirar su perfil.