En ese momento Henry, giró la cabeza hacia ella mientras se metia una cereza a la boca. La miró fijamente al rostro, inmóvil, con el ceño fruncido al ver que ella esquivaba su mirada. Respiraba con cierta alteración más deprisa ahora que la había dado cuenta que lo estaba mirando.
—¿Qué tiene, te pasa algo? —preguntó con un toque de delicadeza y Jennifer, toda nerviosa le respondió
—No me pasa nada—dijo, cambiando de la posición de como estabas sentada. La miró atentamente mientras ella no despegaba la mirada del televisor, no sabía ni lo que estaba viendo, pero no se atrevía a mirarlo con miedo de que su mirada la delatará de lo que se estaba imaginando. Henry, fijó su mirada en la pantalla para ver que miraba ella con tanto interés. Dándose cuenta que lo que estaban pasando en ese momento era un comercial. Los ojos se deslizaron por el cuerpo, observando su cadera, sus senos, cuando paso su mano por el cabello, en un intento por controlar su preciosa melena rizada, Henry, paso su lengua por sus labios. Sintió en su cuerpo un calor, observandola, verla tan hermosa, tan inocente y tan delicada. Había algo tan especial en ella, que no tenía ningún parecido a ninguna de las mujeres que había conocido y por lo tanto lamentó estar en esa situación, que fuera ella la que gestara a su hijo, en una relación completamente desapegada e indiferente, prácticamente era un convenio netamente comercial a cambio de dinero.
Apartó la mirada de ella, concentrándose en el televisor. Pensó "Pero te estaba mirando". Reprimió otra sonrisa y le ofreció la taza de forma casual.
—¿Te gusta el programa ?
Jennifer, se detuvo con la taza en la mano, con la punta de sus dedos ligeramente rozaron los suyos. De forma involuntaria, retiró rápidamente la mano de la taza, dando la impresión de habérsela quitado de las manos.
—Disculpa. La observó con su intensa mirada.
—¿Qué te pareció el programa?. Jennifer, se sonrojo y suspiro e hizo una mueca con los labios cuando Henry, empezó a reír.
—Estás muy chistoso.—Dijo Jennifer muy seria.
—¿En qué galaxia estabas?. Jennifer, no pudo evitar sonreír, pero sus mejillas y orejas estaban calientes de vergüenza. Y para completar la las cosas, le temblaron visiblemente las manos cuando levantó una cereza de la taza, disimulando que todo estaba bien.
—No, es gracioso
—Sí que la tiene, gracia. Jennifer, deseó no estar allí en esa situación tan incómoda ya que ese hombre había despertado sus más bajas pasiones. Y para salir del paso dijo, rápidamente
—Me voy a mi habitación, levantándose, pero Henry la detuvo sujetándola por la muñeca. Ella lo miró, sintiendo una extraña complacencia de estar allí, de pie, tan cerca de aquel hombre, y él inclinó la cabeza hacia atrás y le devolvió la mirada. Desde aquel ángulo, se veía más prominente, y la simetría de su rostro resultaba abrumadoramente hermosa, con la fuerte nariz ligeramente elevada en el centro, suplicando ser besado. El buen humor de Henry desapareció y la observó contemplando sus facciones. Lo sabía había sentido su ávida mirada, su pasión desenfrenada, pero no tenía espacio allí. De igual manera tenía prohibido sentir cualquier sentimiento por ella .
—Jennife, lo que menos deseo es que no te sientas cómoda.
Jennifer, abrió la boca para justificarse, pero las palabras no salieron de su garganta. No podía mentir, ni siquiera para salvar su orgullo.
—Vamos a estar juntos al menos ocho meses más. Voy a estar en casa. Tú estarás aquí. Y pasaremos tiempo juntos. Tenía la esperanza de poder bromear de vez en cuando. Jennifer, bajó la mirada. Era el momento de acabar con aquello de raíz. —No tienes que pasar tiempo conmigo, sino quieres, dijo en tono frío. Él ejerció presión sobre su muñeca y Jennifer, acabó sentándose de nuevo en el sofá.
—Disculpame.—dijo ella de forma automática. Él suspiró y tragó saliva.
—No te preocupes, estoy acostumbrado a vivir solo, y se suponía que esto iba a ser algo diferente, el tenerte ocupando mi espacio, pero tu compañía me resulta muy amena.
Jennifer, sonrió. Él también sonrió al ver la calidez de su mirada acogedora… sensual. ¿Era consciente de lo seductora que resultaba, incluso enfundada en una franela y unos pantalones cortos. Era la mujer más sexy que había estado en su casa. Era tentación y pecado, y no tenía ni idea de su propia atracción.
—Cuentame algo...—comenzó lentamente —cómo es que no tenías pareja cuando te conocí.
Jennifer, se puso roja de nuevamente .
—¿Por qué eres tan curioso?. No me estreses preguntando cosas, el estrés no es nada bueno para el bebé. Él sonrió, contagiado por su risa, que hizo que su corazón palpitara con una emoción que nunca había sentido antes. Tal vez fuera el hecho de que llevaba a su hijo en su vientre o sencillamente que era demasiado encantadora.
—¿Entonces dime porque alguien como tú no tenga una relación? Ella frunció los labios.
—Es una pregunta rara. Si respondo en el contexto que sugieres, pensarás que soy una persona odiosa.
—Mentira. Sé que no eres nada odiosa.
Jennifer, lo miró a los ojos, inclinándose hacia atrás.
—He estado demasiado ocupada estudiando y trabajando. Él asintió lentamente. Y sobreviviendo. Jennifer sonrió.
—Sí.—Supongo que no estarás tan ocupada en un par de meses Tendrás tiempo para hacer todo lo que quieras.
—Supongo. Pero nunca he querido una relación, en el sentido de que…—se detuvo. No me gusta nadie lo bastante como para perder mi tiempo con él.
Henry, sonrió, sintiéndose inundado por una delirante felicidad. Era preciosa y tenía estándares, e iba a ser la madre de su hijo. Aquel rango y posición iban a permanece con ella toda su vida. Ella no lo sabía, pero podría mantenerla de por vida y aún así no sería capaz de pagarle lo que estaba haciendo por él.
—Y tú. ¿Cómo es posible que alguien como tú,-en un tono de voz más alto y con los ojos desorbitados —apuesto, guapo, sensible y... forrado de dinero aún esté soltero? Él suspiró.
—He estado comprometido hasta hace cuatro meses.