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—Las monedas—ordena ya no con fiereza, sino más bien con firmeza, como alguien que está decidido a cambiar o fijar su camino, pero después de lo que he visto y escuchado, comprendo por qué ha decidido ir tras esta locura, es un alma desesperada al igual que yo, que toma esta pequeña oportunidad para tratar de cumplir sus objetivos. Extiendo la mano hacia él y dejo caer las monedas sobre su palma, tomo ese momento como la forma de cerrar nuestros trato, pero aún necesito una confirmación verbal de su parte. —No es mucho, pero será suficiente para que podamos sobrevivir hasta el cumpleaños del rey—expresa contando las monedas —¿Entonces realmente estás dispuesto ayudarme? Denua alza la mirada del dinero hacia mí, cierra su puño y tuerce los labios, mirándome de arriba abajo con cierto de