Edwin se quedó sin habla. Miró a Julianna con desconfianza. Julianna parecía al borde del colapso. Incluso se automutilaba, haciendo que la gente se sintiera angustiada. En un abrir y cerrar de ojos, volvió a su anterior aspecto arrogante. —Julianna, ¿estás bien? Julianna recuperó la compostura y miró a Edwin con calma. —Señor Keaton, su pregunta es realmente extraña. —Voy a preguntarte, ¿estás bien? Siempre entras así en el baño de mujeres. Te cogerán por psicópata. Edwin frunció los labios y señaló un mechón de pelo en el suelo. —¿Sabías que te estabas automutilando hace un momento? —Ah, es solo pelo. Si se cae, que así sea. Puede crecer. Al oír eso, Edwin se sorprendió aún más. —¿No sientes dolor después de arrancarte tanto pelo? —Me pica la cabeza y me gusta tirarme del pelo.