Sonó el teléfono. Era una llamada de Edwin. Katelyn tomó rápidamente el teléfono, se pellizcó la garganta. —Hola —dijo suavemente. —Hola, Kate. —Edwin, ¿qué pasa? Edwin hizo una pausa de unos segundos. —¿Estás libre esta noche? —Luego preguntó con voz grave. Cuando Katelyn se enteró, se puso muy contenta. Hacía tiempo que Edwin no tomaba la iniciativa de invitarla a salir. —Sí, así es. —Cenemos juntos, ¿vale? —Vale, de acuerdo. ¿A qué hora? —Te recogeré a las ocho. Esta noche iremos a House of Cuisines. Recuerda vestirte adecuadamente. —Claro, nos vemos esta noche. —Nos vemos esta noche. —En cuanto terminó la llamada, Katelyn saltó de emoción. Shayla volvió por casualidad. Al ver a su hija tan contenta, Shayla sonrió. —¿Qué te hace tan feliz? —le preguntó. —Mamá, Edwin me l