Narra Casandra Me retuerzo y me retuerzo de un lado a otro de mi cama. El sueño está muy lejos y tengo tanta fiebre como si estuviera atrapada frente a un fuego ardiente de invierno. Tengo muchas ganas de acurrucarme y esconderme debajo del edredón y la colcha de cable. Pero tengo que quitármelos cada cinco minutos cuando el calor abrasador que genero se vuelve menos que tolerable. Necesito sacarme de la cabeza al viejo amigo de mi padre, pero incluso tomar esa decisión solo hace que sus hermosos rasgos vuelvan a mi mente. ¿Cómo puede la imagen de un hombre ser tan insistente? Una mirada, bueno, diez miradas largas y babeantes, y él se arrastra bajo mi piel como la tinta de un tatuaje. Haciendo que cada poro se erice de necesidad, una pequeña boca bostezando sin aliento esperando ser to