CAPÍTULO DOCE Thorgrin se encontraba en el borde de la barca y miraba asombrado cómo la corriente los hacía avanzar lentamente, llevándolos hacia la inmensa cueva en el umbral del mundo. Miró al antiguo techo arqueado a treinta metros por encima de ellos, la nudosa piedra negra goteando, cubierta de musgo y extraños animales que corrían a toda prisa. Una fría corriente de aire se levantó cuando entraron y la temperatura cayó diez grados. Detrás de él, Reece, Conven, Elden, Indra, O’Connor y Matus estaban todos mirando maravillados cómo se adentraban más y más en la oscuridad de la inmensa cueva. Thor sentía como si se los estuvieran tragando enteros, para no volver jamás, y su sensación de presagio crecía. Mientras avanzaban, Thor miró hacia abajo y vio que las aguas cambiaban, empezaban