Me encontraba en mi habitación, sentada en el borde de la cama con mi mirada perdida en el vacío. La imagen de Darko seguía revoloteando en mi mente. Desde que lo vi por primera vez, había sentido una atracción magnética hacia él, de ahí mi lucha interna. Era un hombre peligroso, un misterio envuelto en sombras, y su vida estaba llena de secretos oscuros y actividades ilegales. Sin embargo, a pesar de todas esas advertencias, no podía evitar sentirme atraída por él de una manera que no podía explicar. —¿Qué estás haciendo, Isabella? —me pregunté en voz baja. Él había llegado a mi vida como un vendaval, rompiendo todo a su paso y abriéndose camino sin importar que lastimaba o llevaba por delante. Había momentos en los que su ternura y preocupación me habían conmovido profundamente, p