—Esa fue la razón por la que me casé con Francesco. —Terminé de relatarle todo lo que había sucedido sin omitir ningún detalle—. Los invitados nos esperan, tenemos que ir. Cuando pasé por su lado, me detuvo. Lo miré fijamente, dándome cuenta de que estaba muy enojado. —Te di un teléfono —dijo entre dientes—. Te dije que me llamaras por si ocurría algo y no lo hiciste. —Lo iba hacer, pero me mandaste a matar, ¿crees que te pediría ayuda? —Si me hubieras llamado, ese hijo de puta no habría tocado tus labios... ¡maldición! —¿No piensas decir nada al respecto? —Me crucé de brazos—. Quiero saber si aún deseas verme muerta y la razón que tengas. —¿Por qué? —Necesito saber si tengo que dormir con un cuchillo bajo mi almohada. No dijo nada al instante. Solo me observó e hice lo mismo,