XV La cuestión quedó prácticamente establecida desde el momento en que no lo seguí. Resultaba lamentable rendirse a la agitación, pero darme cuenta de ello no sirvió para hacerme recobrar las fuerzas. Me quedé sentada en la tumba y traté de penetrar en el significado de lo que mi joven amigo me había dicho. En cuanto creí entenderlo, me di el pretexto de que sería vergonzoso ofrecer a mis pupilos y al resto de la congregación, con mi entrada, semejante ejemplo de retraso. Pero sobre todo me dije que Miles había logrado obtener algo de mí y que le sacaría partido. No necesitaba más pruebas de su victoria que aquel absurdo colapso que me había acometido. Ahora sabía que había algo que me producía mucho miedo, y probablemente lo utilizaría para, siguiendo sus propósitos, obtener más libertad