Violet.
No puedo creer lo que veo ante mis ojos.
Al principio pienso que es mi imaginación jugándome una mala jugada, pero entre más tiempo pasa y la imagen sigue luciendo exactamente igual, la realidad me golpea con fuerza.
No recuerdo exactamente en qué momento de la noche pasó, si fue mientras veíamos la película o justo después de que esta acabara, lo único que sí sé es que Matt en este justo momento está dormido a mi lado e, increíblemente, se aferra a Evan como si su vida dependiera de ello.
No estoy segura de si la imagen se me hace chocante, hilarante o asombrosa, probablemente una combinación de todo. Para cuando Evan gira un poco y entierra su rostro en el rizado cabello de mi hijo, puedo jurar que mi corazón se detiene por varios largos segundos.
Como si no fuera suficiente, los ojos de Evan se abren y se encuentran fijos en los míos. Dos esferas verdes me miran con confusión, luego Evan mira a Matt y entonces algo parecido al miedo empieza a aparecer en sus ojos.
— No enloquezcas que lo despiertas — susurro en voz muy baja —. Ya mismo lo llevo a su cama.
— No — me detengo cuando escucho su negación —. Está bien, yo lo llevo.
Antes de que pueda recordarle que yo duermo con Matt, él toma a mi hijo y desaparece hacia el pasillo por la puerta.
Miro el techo y cuento tres largos segundos en mi mente, tratando de organizarme. Cuando me casé con Evan estaba segura de que las cosas no irían bien, que por el pasado que tenemos juntos, las cosas no serían agradables entre nosotros. Y diablos, no lo han sido. Pero no esperaba el sentimiento de anhelo que cada vez crece más en mi interior.
Soy lo suficientemente grande para aceptar lo que siento. Y también, no puedo tapar el sol con un dedo. Así que sí, quiero a Evan. Lo quiero de vuelta en mi vida como un constante. Quiero recuperar lo que tuvimos hace ocho años, porque en mi interior, sé que nunca lo superé. Su amistad golpeó fuerte en mi vida, demasiado fuerte. Y sin importar los errores que hubo entre nosotros, sé que quiero recuperar lo que éramos antes.
— No le digas nada a Matt sobre esto — dice, sobresaltándome cuando entra de vuelta en la habitación —. ¿Te imaginas lo que sufriría su orgullo si se entera que me estaba abrazando de esa forma?
Ruedo los ojos con una sonrisa en mis labios.
— Puedo decir que tu orgullo también sufriría, porque tú tampoco lo estabas alejando.
No me sorprende cuando desvía la mirada y cambia de tema.
— Estaba pensando en que él necesita su propio espacio — se deja caer a mi lado en la cama —. Así que, ¿no crees que deberíamos darle una habitación para él solo?
— Bueno, sé que él ha querido su propio dormitorio — acepto en voz baja —. Pero en Irlanda no tenía el espacio para dárselo y Matt nunca me ha pedido cosas que sabe que no le puedo dar.
— Aquí podemos dárselo.
— No lo creo — niego —. ¿Cómo podríamos...?
— Como sé que no aceptarás que durmamos juntos, estaba pensando en convertir el cuarto de gimnasio en una habitación, en la mía — mira a su alrededor —. Y claro, esta sería la tuya.
Eso... realmente no me lo esperaba.
— ¿Hablas en serio?
— Sí — apoya su cabeza en su mano y me mira con una sonrisa burlona —. Aunque claro, no me molestaría si prefieres que compartamos esta habitación.
Golpeo suavemente su pecho con mi mano, provocando que caiga de espaldas sobre la cama.
— Eso no va a pasar — la sonrisa no se borra de nuestros labios y es raro, porque en este momento siento como si fuéramos los mismo de antes —. ¿Podemos hablar?
— Estamos hablando — aparta su mirada.
Estiro mi mano y sostengo su mejilla para mantener su mirada en la mía.
— No, no te apartes — le pido —. Siempre te alejas cuando intento hablar algo serio contigo, por favor, ahora no lo hagas.
— Vi...
— Necesito saber algo — arrastro mi pulgar por su incipiente barba y sonrío cuando sus ojos se cierran a mi tacto —. Evan...
— Amor...
— ¿Tú me extrañas? — Sus ojos se abren y me mira en silencio, ninguna palabra sin salir de su boca —. Porque yo a ti sí. Y maldición, Evan, ni siquiera lo entiendo. Viví más de cinco años alejada de ti, cuando volví jamás creí que sentiría esto de nuevo. Jamás creí que anhelaría escuchar tus estúpidas charlas sin sentido, tus risas exageradas y tus dramatismos descontrolados. Nunca creí que te querría de vuelta, porque ni siquiera estoy segura de si eres el mismo que conocí. Es que ni siquiera sé si mi Evan es real o fue producto de algún juego tuy...
— Nunca dudes de quién fui contigo, porque nunca he sido más real con alguien de lo que lo fui en ese entonces a tu lado.
Sus palabras me golpean con fuerza porque ese siempre fue uno de mis mayores temores. Que el hombre al que secretamente me he estado aferrando, sólo fuera una farsa. Saber que es real se siente como un alivio, un alivio inexplicable que trae tranquilidad y felicidad a mi pecho.
— Pero tienes razón, no soy el mismo que conociste, Vi — toma mi mano de su mejilla y la aparta suavemente —. No sé cómo ser de nuevo tu mejor amigo.
— Puedo ayudarte a traerlo de vuelta — digo casi de inmediato —. Podemos intentarlo, Evan.
Sus ojos se pasean suavemente por todo mi rostro y casi sin voz, pregunta —: ¿Por qué?
— ¿Por qué?
— Sí, ¿por qué? — Pregunta más alto —. Te hice daño. ¿Después de todo lo que ha pasado entre nosotros, cómo puedes quererme de vuelta? — Abro la boca para responder, pero él no me deja —. Durante tres años, mientras eras la novia de David, no hicimos nada más que odiarnos. Constantemente, él tenía que intervenir entre nosotros porque estoy seguro de que, de lo contrario, habríamos terminado matándonos. Luego, desapareciste por cinco años en donde cada uno cambió. Y cambiamos de formas totalmente distintas. Te convertiste en una madre, Violet, eres una de las mujeres más maduras, centradas e independientes que he conocido. Mírame a mí — se señala —. Salgo huyendo cada vez que alguien quiere hablar sobre sentimientos porque me asustan como la mierda. Es más, en este justo instante, está tomando todo de mí no marcharme.
— Evan, basta, estás siendo demasiado duro contigo mismo.
— ¿Duro? — Niega —. Sólo estoy siendo realista... ¡Ni siquiera me tomo la maldita vida en serio, Peach! ¡¿De verdad me quieres de vuelta?!
— Evan...
— David nunca más estará con nosotros, ¿quién va intentar detenernos cuando tengamos nuestros encontronazos? — Cierra los ojos cuando comprende lo que acaba de decir —. Mierda, ¿lo ves? ¡Soy insensible! ¡No mido lo que digo, no sé cuándo diré algo que te haga daño porque simplemente no pienso antes de hablar! ¡Ni siquiera sabía que mis revolcones te estaban afectando, porque tienes razón, no pienso en nadie más que en mí mismo, Violet! ¡¿Por qué demonios me querrías de vuelta?!
Sólo puedo decirle la verdad.
— Porque te quiero.
Parpadea varias veces, mirándome incrédulo.
— ¿Por qué?
Me encojo de hombros.
— ¿No lo sé? — Susurro —. No lo sé. ¿Por qué prefiero el helado de chocolate al de vainilla? ¿Quién lo sabe? Yo no lo sé... No sé por qué te quiero, pero lo hago.
Muerdo mi labio, evitando sollozar cuando todo lo que hacemos es devolvernos la mirada. Él, me mira lleno de miedo y sorpresa. Yo, probablemente lo estoy mirando con anhelo.
— Ven aquí.
Me arrastro a su lado y entierro mi rostro en su pecho mientras él me aferra con sus brazos.
— Mierda, estoy tan sensible — sollozo sobre su pecho —. Debe ser el periodo.
— A mí no me puedes mentir.
Niego sobre su pecho, mis sollozos haciéndose más grandes.
— ¿Lo sabes?
— El domingo David y tú estarían cumpliendo ocho años juntos.
Asiento débilmente y entierro aún más mi rostro en su pecho, ahogando mis sollozos para evitar que Matt me escuche.
— ¿Hace cuánto no lo lloras? — Pregunta sobre mi cabeza —. ¿Cuándo fue la última vez que te permitiste llorar por él?
— Hace cuatro años — acepto, sosteniendo con fuerza el material de su camisa —. Después de que Matt cumplió el año, me preocupaba que verme así le afectara en algo. Desde entonces yo no... — no soy capaz de terminar.
— Shh... Peach — sus labios besan suavemente mi coronilla —. Lo entiendo.
— Yo no — ni siquiera sé si me escucha, a este punto mis sollozos son incontrolables —. Yo no entiendo por qué tuvo que pasarle a él, Evan. Sigo... sigo sin entenderlo. Yo... nunca voy a entenderlo. ¿Por qué? De todas las personas, tenía que ser él. David... él no merecía eso — tomo un respiro antes de decir lo que más me duele —: Y Matt mucho menos.
La primera vez que Matt me preguntó por su padre, pensé que me desmayaría. Pero sabía que tenía que serle sincera. Solamente quien lo vive sabe lo difícil que es decirle a su hijo que nunca conocerá a su padre, porque él ya no está con nosotros. Pero de igual forma, solamente el hijo es quien conoce el dolor de crecer sin un padre. Y pensar en que Matt conoce ese dolor, me hace quebrarme cada vez un poquito más.
— Eres una gran madre, Peach.
— No lo sé, Evan. Yo lo intento — lo acepto —. Lo intento tanto, pero algunos días es demasiado difícil.
— En esos días simplemente llora — levanto mi rostro para mirarlo, su aliento rozando mi rostro cuando dice —: No podré ser el mejor amigo del mundo, pero puedo darte un hombro para llorar todas las veces que lo necesites... — su pulgar mueve mi cabello a un lado —. ¿Crees que eso es suficiente?
Cierro los ojos mientras asiento, porque eso es más de lo que he tenido en los últimos años.
— Es suficiente.
Sus labios rozan mi frente y justo sobre mi piel, susurra —: Lo intentaré.
Entierro de nuevo mi rostro en su pecho y me permito volver a llorar.
Lloro todo lo que no lloré en los últimos años. Lloro por el hombre que amé y perdí, por el padre que mi hijo nunca tendrá y por primera vez, me permito llorar también por mí. Porque duele... duele mucho.
Pero entre todas las cosas, lloro también por él.
Lloro por Evan, pero no por ningún mal motivo.
Lloro porque lo tendré de vuelta.
A mi pedacito de sol, lo tendré de vuelta.