Compañía Martinelli.
Fabrizio.
Me considero un adicto al trabajo, obviando la parte de mi vida como Capo, tampoco es que lo ando presumiendo cada vez que es necesario, pero mi papel como empresario, lo hago muy bien. Siempre me ha gustado velar por los demás y por eso, que toda la población de Italia tenga sus productos, es mi necesidad.
También debemos tener en cuenta que eso me facilita muchísimo hacer uno que otro contrabando, pero prefiero que mi familia se encargue de eso.
Soy más liberal.
Mi gente está regada por todo el mundo, pero mi famiglia, vive conmigo aquí en Sicilia. Por muchos años hemos buscado al asesino de mi hermana, pero no hemos tenido suerte en ello. Me gradué con honores de una Universidad de Reino Unido. Es bastante conocida, pero prefiero mantenerlo en secreto. Nadie creería que el líder de una organización delictiva es un tipo inteligente y estudiado. Quería ser reconocido en el mundo de los negocios y admirado, pero sinceramente jamás pensé que me iría muy bien.
Tengo 35 años, soy el Capo de la Cosa Nostra y un exitoso empresario.
Me inicié a los 17 años en la organización, en las vacaciones de verano que tuvimos en California. Mi familia quería pasar un poco de tiempo conmigo, pero no contaban con la astucia de que sus enemigos los perseguirían hasta allá. Recuerdo que esa noche tuve que decidir entre la vida de los míos o la de esos sujetos… mi primer asesinato fue hacia un Capo.
Para mi defensa, lo hice sin saber quién era.
Después de eso, vino uno tras otro sin remordimientos. Solo quería sacar la frustración que llevaba en mi interior por la muerte de mi hermana. Aunque siempre me he acostado con cualquier mujer, tuve una novia que al enterarse quienes éramos, decidió cortar toda relación conmigo.
“Eres un asesino.”
Y lo era, honestamente nunca me importó serlo, pero a ella la amaba. Fue mi primer todo y con ella murió ese instinto de amar profundamente a una persona fuera de los míos. Ella me enseñó que por más que te vaya bien en una relación, no eres el indicado si eres un asesino. Me vio quitarle la vida a alguien.
“No me toques con tus sucias manos, bastardo.”
No era un italiano común, claro que no… desde ese día tengo problemas para usar armas. Puedo hacer daño de diferentes maneras, pero quitarle la vida como se debe, no.
Para eso está Alessandro.
—¿Está todo bien con la familia de tu prometida? —le pregunto a Alessandro, que tiene mala cara—. Por tu expresión puedo decir que no. Si necesitas que les explique la situación, tal vez yo…
Él niega con la cabeza, estábamos en mi oficina arreglando algunos asuntos de expansión por Europa.
—Fabrizio, las cosas no son tan fáciles como lo ves siempre —suelta el bolígrafo en mi escritorio—. Ella es la mujer que yo amo y perderla no quiero. Esto se vuelve mi problema cuando tu te ves amenazado —hago una pequeña mueca—. Sé que no lo hiciste con mala intención y esas alemanas iban a correr peligro, pero ella se convertirá en mi esposa y le juré lealtad.
—Sé que le eres leal a ella, Alessandro —suspira—. Si las dejaba sin protección sabes muy bien en el problema que me iba a meter Alessandra. Ella es… necia —se ríe—. Además, no tienes que volver a Cristal tu amante, solo mantenla segura y déjala ser libre.
Asiente y vuelve su vista a los papeles que teníamos en el escritorio.
Sé cuanto le afecta esto, pero es necesario para mí mantener a esa castaña con vida. Te estoy jodiendo la felicidad, pero quiero encontrar al hombre que me quitó a mi hermana.
La puerta es abierta y la silueta delgada de Alessandra, aparece en mi vista.
—Es lindo verlos reunidos —dice, con voz seductora, cerrando la puerta después de entrar—. Deberíamos ir a almorzar y ponernos al día con ciertos asuntos que tienen pendiente conmigo.
—Alessa —mi amigo se voltea a verla—, estamos bastante liados con la expansión del negocio, ve a jugar a la mujer maravilla y disfruta de una salida al centro comercial con las alemanas.
Esto se va a poner bueno.
—¿Por qúe le pusiste limón a la herida? —le murmuro a Alessandro.
—¿Crees que solo sirvo para eso? ¿Ir de compras y matar el tiempo como una idiota? —él la ve con cara de fastidio y ella se indigna más—. Por pensar en sus estúpidos problemas de inmaduros, es que me estreso y me desmayo con anemia. ¿Sabes lo mucho que me costó conseguir a dos médicos que decidieran entrar a este matadero infantil que ustedes tienen?
¿Y yo que hice?
—Yo no te dije que lo hicieras, Alessandra. Mira que por culpa de esas mujeres tengo un problema con mi prometida —se queja, acariciando su sien.
Ella presiona sus labios con rabia.
—Yo no te dije que te hicieras novio de una inútil —él se levanta de la silla y enfrenta a su hermana—. Es una inútil y tú mejor que nadie lo sabe. Solo se está casando contigo porque eres la mano derecha de Fabrizio y traerás paz a su organización, pero ella no es especial. Ella representa perfectamente a las mujeres inútiles de la mafia.
Oh, adoro a esa chica y su lengua venenosa.
—¡Alessandra, basta! Tú solo tienes autoridad porque te fue permitido tener libertad —la toma por el brazo—. Fui yo quien le pidió a Fabrizio que te dejara ser libre. Fui el único imbécil que se preocupó por ti y tu felicidad. ¿Así me vas a pagar tu lealtad? Es tu cuñada, Alessandra.
—Es una inútil, Alessandro. Gracias a la gran libertad que tengo, me obligaron a permanecer en este lugar y no porque yo quisiera —se suelta de su agarre—. Soy la encargada de muchos negocios y uno de ellos es mantenerlos saludables con médicos que no les tengan miedo. ¿Qué hace tu doncella? ¡Nada! Solo tener una cara bonita y salir en las fiestas de la sociedad como dama de compañía.
—¡Alessandra, cállate! —el grito de mi amigo la hace tensarse, ella le da una bofetada y me mira con mala cara.
El silencio invade la oficina y la tensión de ellos es como de costumbre, jodido. No intervengo porque la última vez que lo hice, tuve que acompañar a Alessandra a comer helado mientras la escuchaba llorar.
—¡Ada y Cristal son las encargadas de los asuntos de salud de ustedes! —me lanza unos documentos, mientras sus ojos están cristalizados—. Quería comer con ustedes porque había hecho mi primer cierre de negocios con una compañía extranjera y nos darían los suministros médicos para tratar las enfermedades y cualquier problema de las personas de la organización. Eso es gracias a los excelentes conocimientos que tiene la mujer que compraste para que sea tu amante y Ada.
Ella salió de la oficina con el rostro invadido de tristeza y Alessandro salió tras de ella después de darse cuenta de que era un idiota.
¿Algo bueno de esto? Las alemanas sirven de ayuda para cerrar tratos que considerábamos imposibles por la falta de conocimientos en la medicina.
Un aliado de la salud, por eso los respeto.