Cada vez que me pasan estos episodios por culpa de una discusión de los chicos, siento un vacío enorme en mi pecho. Muchas veces me iba a visitar la tumba de mi hermana y regresaba peor a la casa. Después de irme al extranjero a estudiar, perdí esa costumbre y lo mejor que pude hacer, fue reprimir lo que siento.
Si no lo hago siento que mi día irá de la peor mi3rda.
Toda mi vida la he dedicado a encontrar a ese hombre que me la quitó y muchas veces soñaba que lo encontraba. Imaginaba todo un escenario donde podía hablar con él y preguntarle, ¿por qué a nosotros?, ¿por qué a ella? Mi hermana era una niña. Solo tenía 7 años.
Pero sinceramente ni sé a quién estoy buscando ya.
—No soy buena haciendo recetas, pero gracias a YouTube, no nos moriremos de hambre —su voz me regresa a la realidad, la miro mientras prepara algo—. Cristal cocina su comida, así que es la primera vez que hago algo para un adulto.
—Tranquila, si me envenenas, recuerda que eres el médico que debe curarme —me lanza un pimentón—. ¿Me acabas de atacar con un vegetal? —me mira mal mientras agarra una cuchara—. Saldré herido si me golpeas con eso.
Suelta una risita mostrándome su hoyuelo.
—Esa es la idea, Fabrizio —sigue preparando la ensalada, alzo una ceja porque es primera vez que dice mi nombre—. Eres un vejestorio, ¿te debo decir señor? Porque Don es por…
Suelto una carcajada haciéndola que me mire extraño. Me siento relajado y por extraño que parezca, quería reír y olvidar lo que sucedió hace un rato.
—Todos me funcionan a la perfección —gesticula viejo—. Todavía estoy en mis 30, bella. No soy un vejestorio.
—Por ahora —nos empezamos a reír—. Eres el sueño de muchas mujeres. Un multimillonario que se cree el dios del mundo. Algo malo debes de tener —me señala, niego con la cabeza mientras pongo mis codos en la encimera de la cocina.
La veo pensar por unos segundos y con una seriedad increíble, vuelve a hablar.
—¿Tú y Alessandro? —asiento, ella se atraganta y me empiezo a reír—. Lo sabía, bueno, no, pero tenía mis sospechas. ¿Está bien recibido eso en la mafia?
—¿Puedo demostrarte cuando quieras que tan hombre soy? —la miro levantando mis cejas de arriba hacia abajo—. Si prefieres podemos hacerlo en este momento.
Me lanza la cuchara, lo esquivo mientras sigo riendo.
—¡No es gracioso! —se queja—. En serio te creí. Además, no eres lo suficientemente atractivo para verte en pelotas.
Me entrega el plato de ensalada y con mala cara se sienta a mi lado a comer. Primera vez en tanto tiempo que logro tener una comida sin un ambiente pesado. Con mi gente siempre se trata de hablar de trabajo o las quejas de Alessandra.
Con ella es diferente.
No me conoce, no me juzga y no hay nada que nos una.
Para mí ya es suficiente.
[…]
Ayer quedamos en encontrarnos hoy en el centro comercial para comprar algunas cosas que ella necesitaba para la casa y algunos productos de limpieza. Por primera vez me sentí culpable por pagar mi amargura con ella y extrañamente, a ella no le importó. Ada puede ser lo que sea, pero también es una mujer que lleva la carga de ser la prometida de un Capo.
No debe ser fácil, lo sé.
La veo llegar a mí con una sonrisa y me saluda desde lo lejos para que la vea. Venía vestida con un sweater rojo, un pantalón gris, botas negras y su cabellera suelta.
Es hermosa, tal vez si la hubiera conocido en otra situación, estoy seguro de que esto que tenemos hoy, fuera verdad.
—¿Esperaste mucho tiempo? —pregunta dudosa al llegar a mí, niego con la cabeza—. Espero que las cosas sean económicas aquí. No he venido a gastar mucho dinero porque ya estoy endeudada contigo y…
Me acerco a ella y le susurro en el oído.
—Hay gente observándonos. Debemos parecer una pareja —se sobresalta, con temor mira disimuladamente a los lados, beso su frente, en un intento de calmarla—. Ada, disimula. Y no te preocupes por el dinero.
—Lo había olvidado, lo siento —se pone de cuclillas y besa dulcemente mi mejilla—. ¡Vamos a desvalijar todas las tiendas! —responde tomando mi mano y señalando el interior del centro comercial.
No sé qué hacer o qué pensar en estos momentos…
«Que afortunado será el hombre que se gane genuinamente tu corazón», pensé, mientras caminábamos y la escuchaba hablar de muchas cosas triviales.
Capta rápidamente lo que le digo y cumple con su deber sin hacer preguntas. No sé que es lo que piensa de la situación o si en verdad está de acuerdo en todo esto.
Mi3rda, estoy tan confundido.
Necesito descubrir las cosas con rapidez para no darle más largas al asunto.
[…]
Veo los ojos brillantes de Ada, al ver un vestido verde agua. Empieza a hablar en alemán mientras sigue viendo el vestido.
—¿Lo quieres? —pregunto, ella me mira con sorpresa, pero niega con la cabeza—. Te lo daré como regalo de navidad.
—Pero estamos en noviembre todavía —su voz sale en un susurro.
—Es un adelanto —tomo su mano—. ¡Vamos, bella!
Entramos a la tienda de ropas sin mirar hacia los lados. Lo sé, no debí entrar sin antes decirles a mis guardaespaldas, pero Ada no tendría la misma mirada llena de alegría si hacía ese proceso.
—Ya le dije, señorita. No tenemos su talla. Es un modelo único para adolescentes —la dependiente la mira con vergüenza—. Lamento los inconvenientes, pero ese modelo solo está en exhibición.
—Oh, no se preocupe. Muchas gracias —Ada le sonríe y me ve—. Iré a la otra tienda por los productos. Nos vemos en un rato.
La veo marcharse con tristeza de la tienda, suspirando vuelvo a ver el vestido que era de exhibición y busco a la chica que atendió a Ada. Me estoy involucrando más de lo que debería y no tiene que ser así. Ella solo estará conmigo por unos meses hasta que de con mis objetivos y pueda garantizar su seguridad completamente.
No sé qué puede estar tramando Patricio estos días porque ha estado más tranquilo de lo normal. Sé perfectamente que él muere por tomar venganza por tener a Ada y alejarla de sus garras.
—¿Usted está segura de que no queda ningún vestido como ese? —pregunto, cuando me acerco a una dependiente.
—Sí, señor, pero lamentablemente no tenemos el modelo que desea la señorita —me regala una falsa sonrisa—. Son vestidos prácticamente por encargos. Se exhiben en la tienda para que las jóvenes puedan hacer sus pedidos y luego poder traerlos.
Hecho un vistazo rápido por la tienda y no hay otro modelo que llamara la atención de Ada.
¿Por qué me preocupa ella?
—Señorita, ¿si deseo hacer un pedido que debo hacer? —cuestiono incómodo porque me estoy metiendo en esto.
Solo no quiero que se sienta mal. Ella tenía razón al decir que deberíamos llevarnos bien mientras hagamos esta farsa.
—Debe decirnos la talla y el color que desea. Le pediremos al diseñador que lo haga a esa medida y se lo entregaremos en la fecha que usted desee —me informa—. ¿Tiene las medidas de su novia?
Sonrío tontamente al escuchar esa palabra.
—Es mi prometida, pero no tengo las medidas exactas ella —muerdo mi labio inferior—. ¿Pueden traerlo antes de navidad y que sea un vestido largo? No sé como ustedes le dicen, pero que sea un vestido elegante.
—Me disculpo por la equivocación, señor —se excusa la dependiente—. Bueno, le diré al diseñador que lo haga talla única y de la manera que usted desea. Ya que el modelo es para adolescentes.
—Estaré muy agradecido si hace eso —la miro con frialdad—. Soy Fabrizio Martinelli, así que puede enviarlo para la compañía Martinelli cuando lo tengan listo.
La chica abre los ojos sorprendida. Extraña vez me dejo ver por estos lugares, así que fue una buena idea dejarme ver con Ada comprando.
—Perfecto, señor Martinelli. Se lo haremos llegar en unos días a su empresa —sonríe.
Asiento satisfecho por esa respuesta y decido marcharme. Sé que hare feliz a Ada cuando reciba su vestido. La invitaré a cenar en víspera de navidad para que conozca las calles de Sicilia y disfrute un poco la vida.
¿Exactamente a que estoy jugando?
[…]
Sin saber por qué simplemente la abracé cuando llegué a ella. No sé si está fingiendo en este momento, pero verla tan triste por no poder tener un vestido, me pareció adorable. Más que todo porque sé que la hará feliz cuando se lo entregue en unos días. Es algo fuera de lo común viniendo de mí. No es costumbre, jamás digo lo que pienso o siento, pero no quiero verla ponerse mal por algo que claramente puedo darle.
Me la pasé murmurando y peleando todo el día conmigo mismo. Ada no quería comprar nada para ella. Solo quería el vestido que no pudo tener, así que vinimos a comprar lo justo.
Cuando se trata de ella nunca sé que creer y de eso me di cuenta hoy.
Nos vamos al estacionamiento después de mucho rato comprando y caminando en el centro comercial. Anteriormente le habíamos dado las bolsas de las compras a dos de mis guardaespaldas, ellos fueron los encargados de dejarlos en el auto y las otras cosas las mande a dejar a mi casa. Prácticamente solo teníamos en el auto de las cosas para decorar el departamento de Ada.
De la nada aparece una camioneta oscura blindada, se abre la puerta y de ella bajan 8 sujetos encapuchados y armados.
Mi3rda, ¿tenía que ser precisamente ahorita que no están mis guardaespaldas?
Jod3r, mi arma la tengo dentro del auto.
Sin mediar palabras para nosotros, toman a Ada por el cabello y a mi me detienen varios hombres para llevarnos como rehenes. Nos suben a la camioneta entre empujones y forcejeos.
—¿Qué está sucediendo? ¿Quiénes son ustedes? —preguntaba Ada, haciendo una mueca de dolor.
—¡Cállate, mujer! —jalan nuevamente su cabello.
—Te vas a quedar sin manos por lo que acabas de hacer, hombre —me burlo con tono amenazante.
El resto habla rápidamente y se les escucha nerviosos.
Nos atan las manos con unas cuerdas, cubren nuestros ojos y boca con un pañuelo. No noté ningún tipo de acento italiano en estos hombres y no parece que sepan quién soy yo. Presiono cómo puedo el anillo que tenía en mi dedo índice, que sirve como GPS para darle la ubicación a los guardaespaldas y siento como la camioneta empieza a moverse.
Sé perfectamente quién es el causante de esto y se las vera conmigo. Ella es una chica como a la que le estoy pagando para que haga esto. Ella no tiene la culpa de mis decisiones, pero aprovecharé la falta de conocimiento de estos tipos hacia mí.
A mí pueden tocarme y golpearme cómo se les dé la gana, pero a ella...
Ada no se toca.