CAPÍTULO VEINTE “Esto no tiene sentido.” Las palabras sonaban débiles al salir de los labios de Mackenzie. Habían pasado veinte minutos desde que había visto la foto de la tarjeta de visita y se habían ido a toda prisa del Starbucks. Ahora estaban en el coche de Peterson. Él conducía mientras ella repasaba los documentos, anonadada. “Lo sé,” dijo Peterson. “Quizá te ayude visitar la escena. Tengo entendido que tienes un talento especial para diseccionar una escena del crimen.” “¿Dices que esto fue en el condado de Morrill?” “Sí. La casa está como a una hora y cuarenta minutos de distancia. ¿Tienes algún problema con pasar tanto tiempo conmigo en el coche?” Una hora y cuarenta minutos, pensó con cierto humor n***o. Apenas algo menos que la distancia entre Quantico y Strasburg. “No,”
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