La casa de Red no era diferente de lo que esperaba. Era colorida, pero organizada. Vivía a pocas cuadras de mí, y eso me hizo sentir más feliz al instante. Eso significaba que no tenía que viajar 5 años para finalmente llegar a la casa de alguien, y tener una charla adecuada con ellos.
Levanté la cabeza cuando oí a Red entrar en el salón. Llevaba dos vasos en la mano, y seguramente debía de ser whisky. Me entregó un vaso y le di las gracias. Sentí que Red tomaba asiento en el sofá, y dobló las piernas cómodamente.
—No lo entiendo —dijo Red, y tomó un sorbo del fuerte alcohol—. No se le dicen ese tipo de cosas a una mujer —Red tenía razón, más que razón, era de mala educación ser tan mezquino con alguien que sólo quería decir lo que pensaba de toda la situación.
—¿No podría ser más educa
