Sentí el bulto de Harry contra mi muslo, y puse mis manos en los anchos hombros de Harry para poder empujarlo hacia atrás. —¿Qué... sobre... esa... barrera? —Hablé contra sus labios. —Sí —exhaló Harry, casi olvidando su teoría sobre la vida. Harry dejó de besarme y bajó para agarrar mis bragas. Las sacó de mi cuerpo en un santiamén, y volvió a arrastrarse hacia mí. Mientras yo estaba allí tumbada completamente desnuda, Harry llevaba felizmente sus bóxers. Se cernía sobre mí, mientras me plantaba picotazos en los labios continuamente. —Mierda —siseó Harry en voz baja de repente. —¿Qué pasa? —pregunté rápidamente. —Me olvidé de la última barrera —entró en pánico. —En serio no tienes cerebro, ¿verdad? —comenté. —Tengo uno, sólo me distraigo con usted, señorita West — —No me c