ARDIENTE SEDUCCIÓN

Capítulo 8: Disculpas.

Pensé que tal vez el Moulin Rouge me llamaría para volver, pero no hubo absolutamente nada. No he sabido nada de ellos. Así que eso me dejó claro que, tras dos días de espera, estaba despedido y volvía a trabajar en el V's Café.

Ya había hecho demasiado hoy; limpiar las ventanas, el mostrador, las mesas, jugar a la camarera sonriente, cocinar, hornear y sacar la basura fuera. Había terminado de trabajar por hoy. Pero, de hecho, aún me quedaban cuatro horas de trabajo.

Como no trabajaba en el Moulin Rouge, necesitaba trabajar más aquí. Verónica, en cambio, estaba absolutamente entusiasmada con esto. La citaré: «Eso significa que podemos tener un vínculo como el de una madre y una hija».

Siento molestarte Verónica, pero la última vez que lo comprobé no éramos familia y tú serías antes mi abuela. Pero la quiero profundamente, así que asentí cortésmente.

—Pareces obsesionada con trabajar aquí —oí decir a Kent detrás de mí—. No te he visto un día sin trabajar aquí últimamente. ¿Stone te está haciendo la vida imposible? —preguntó mientras se apoyaba en el mostrador.

Me reí de sus palabras y me acerqué a él. Puse la bandeja en el mostrador con fuerza, y Kent se estremeció un poco.

—Yo lo llamo más ser despedido por el resto de mi vida —dije con una enorme sonrisa falsa en mi cara.

—Oh, lo siento, Vicks. —Se disculpó.

—No lo hagas, es un idiota. Creo que es mejor así, quiero decir, sí, no tengo su actitud arrogante a mi alrededor ahora —Intenté que pareciera que era mejor así. Pero todavía deseaba en mi interior poder trabajar en el Moulin Rouge. Me lo pasé muy bien allí, incluso en tan poco tiempo, y estaba conociendo mejor a Red.

—Me estás ocultando algo —notó Kent—. Dime.

—Bueno —dije entre dientes—. Puede que haya estado intentando meterse en mis pantalones otra vez.

—Vicks —se quejó Kent—. ¿Qué te dije que hicieras? Me preguntó con severidad.

—Llamándote siempre que no fue amable conmigo —hablé en voz baja.

—¿Por qué no lo hiciste?

—Porque, lo hice por mi cuenta —Me encogí de hombros—. No lo sé, Kent. Simplemente no lo sé. Tiene algo que me cabrea, pero me gusta discutir con él. Porque hay una tensión entre los dos que se nota cada vez. Le expliqué—. Ahora mismo no me entiendo —Exhalé y me senté en el taburete del bar.

—Puedes discutir mucho si quieres, pero no te trata bien. Intenta meterse en tus pantalones, y eso es lo único en lo que piensa. No le importa la personalidad que tienes, y eso está muy mal —Kent me explicó, y yo asentí con la cabeza. Porque a mí me importa tu interior —Miré a Kent con los ojos muy abiertos.

—Kent...

—Mira, sólo me importa, ¿de acuerdo? —preguntó. Permanecí en silencio—. Es que no quiero que alguien salga herido en este momento, y odio ver a uno de mis amigos así.

Un fuerte suspiro de alivio salió de mi boca. Por un momento supuse que había ido a una dirección diferente a la de los amigos.

—Gracias Kent, sé que puedo confiar en ti.

Le dije, y le cogí la mano. Al mismo tiempo, sus ojos se abrieron de par en par. Lo miré confundido.

—¿Kent? —Le pregunté, y le hice un gesto frente a sus ojos—. ¿Tierra a Kent?

Pero no hizo nada.

Murmuró algo hacia mí, pero no pude oírlo ni era un talento para leer los labios. Fruncí el ceño al ver a Kent haciendo esto hacia mí. Me rasqué la nuca y me incliné más hacia Kent. Tuve que levantarme un poco, para inclinarme sobre el mostrador y poder escuchar lo que decía.

—No te des la vuelta —me dijo Kent en un susurro.

—¿Por qué no debería dar la vuelta? Le pregunté a Kent con curiosidad.

—Por mi culpa, creo. Una voz áspera detrás de mí dijo.

Sentí que me deslizaba por el mostrador a cámara lenta. No era un buen momento, porque hacía unos segundos que me había inclinado sobre el mostrador, por lo que mi culo estaba justo en su cara. Me ajusté el vestido y el delantal. Me mordí el labio y giré rápidamente.

Allí estaba él. No llevaba traje, sino una camisa abotonada. Casi siempre llevaba colores oscuros, pero éste era rojo. Sin embargo, llevaba unos vaqueros negros ajustados. Su pelo estaba en su estado normal; rizos. Me tragué el nudo en la garganta.

—Lo siento, señor, pero no hay mesas libres —anuncié con una sonrisa.

—Por eso hice una reserva —me dijo Harry con alegría.

—Oh, qué bonito —dije sarcásticamente.

Me di la vuelta y le dije a Kent que viera en qué mesa había hecho la reserva. Cogí mi bolígrafo y mi papel, y acompañé a Harry hacia la mesa que había elegido. Hubiera deseado que esa mesa accidentalmente estuviera en llamas, así que necesitábamos salir de este lugar y pude dejar a Harry.

Harry tomó asiento en la cabina. Puso las manos sobre la mesa y me miró juguetonamente.

—¿Quieres pedir ya? —Le pregunté a Harry.

—Sí, un café, por favor. Lo anoté en mi papel—. n***o —añadió Harry rápidamente.

—Todo para usted, señor. —Le siseé.

Me acerqué a Kent y prácticamente me estuvo mirando todo el tiempo con Harry Stone. Coloqué el papel en el mostrador con dureza. Kent leyó el papel y negó con la cabeza.

—Qué original, café n***o.

—Quiero cortarle las pelotas —siseé con rabia.

—Vaya, más despacio, chica —dijo Kent. Estaba ocupado preparando el café de Harry Stone. Me sentí como si fuera su criada en este momento. Hice algunos garabatos con el bolígrafo en el papel. No lo quería aquí. Era uno de los lugares en los que siempre podría estar Harry libre, sin embargo, pensó que me complacería con aparecer—. Sólo trae su café, y puedes volver y cotillear sobre él.

Sostuve la bandeja mientras me acercaba a Harry. Llevaba el teléfono en la mano, pero cuando me vio acercarme, se incorporó y dejó el teléfono a un lado. Le dediqué una rápida y falsa sonrisa amistosa, y puse el café n***o en su mesa y lo empujé hacia él.

—Disfrute de su café —le dije—. ¿Algo más, señor? —Le pregunté.

Las comisuras de su boca se convirtieron en una agradable sonrisa

—Siéntate —me dijo, esta vez un poco más amigable.

—Estoy trabajando —dije.

—Sólo un minuto —me informó Harry.

Así que cedí. Puse mi bandeja sobre la mesa, la empujé hacia la ventana y me senté frente a él. Crucé las piernas. Me aseguré de que no fuera capaz de llegar a los sitios a los que quería ir.

—Por favor, acabemos con esto y dime por qué estás aquí —Exigí a Harry. Ya había terminado con los juegos mentales en este momento con él.

—Qué mierda, Vicks.

—Es Vicky —le corregí. 'Realmente deberías escuchar a Jesse McCartney Beautiful Soul, porque podrías aprender una lección sobre cómo tienes que pensar en las mujeres y comportarte con ellas.

—Lo haré, si escuchas Ride de SoMo.

—¡Eso es lo que quiero decir! —exclamé—. Sólo piensas en el contacto s****l. Yo no quiero eso, quiero trabajar. Quiero bailar delante de la gente, entretenerla. Quiero que se diviertan viéndome actuar y no tener una sesión íntima con ellos, porque no es para eso para lo que firmé —le expliqué.

—Por eso quiero disculparme —dijo Harry.

—¿Por ser un gilipollas, tener una actitud chulesca, permitir el acoso s****l y pensar que quiero tener sexo contigo? Disculpa no aceptada —Le dejé claro, y me dispuse a levantarme e irme. Pero Harry me agarró de la muñeca y me indicó que me sentara.

—Buen punto —dijo Harry—. Sólo necesito que vuelvas al Moulin Rouge. Se llevó el café a los labios y bebió de él.

—¿Así que puedo ser un feliz suplente? —Le pregunté enfadado con una ceja levantada.

Exhaló un fuerte suspiro.

—Mañana hay un ensayo del espectáculo para el grupo principal a las 9 de la mañana. A ver si quieres venir, sí o sí —Harry se levantó y puso unos dólares sobre la mesa. Vi que su taza de café estaba vacía, y se quedó parado. Miré el dinero, pero era más de lo que debería recibir por una simple taza de café n***o.

—Esto es demasiado, el café es más barato —Le informé a Harry.

—Pero dejaste tu tiempo de trabajo para hablar, así que recibes un extra. Me dijo amablemente.

—Gracias —dije y sonreí débilmente.

—Espero verte mañana. Buenas noches, Vicky.

—Buenas noches —dije.

No sabía si debía alegrarme o seguir enfadada. Se disculpó decentemente y me dio la oportunidad de volver. Sin embargo, probablemente no iba a dejar de ser descarado. Sólo esperaba que no me hiciera enfadar más y me pidiera que me entregara a él, porque entonces no volvería.