Harry Stone ... Estaba tan cerca. Podría haberla besado. Besarla. Han pasado exactamente 30 minutos desde que Vicky se fue, y no me he movido del sofá de cuero. Sabía que no íbamos a hacer nada más que besarnos, pero podría haber recibido un beso de sus labios. Y eso me divertiría mucho. Pero, por supuesto, mi empleada tenía que irrumpir en el despacho, y ni siquiera llamar educadamente, maldita sea. Fue bueno que me abriera a Vicky y le explicara lo de William. Ella necesitaba saber sus intenciones, y también necesitaba saber cómo veía yo todo lo que estaba pasando. Me tenía atrapada desde el día en que me desperté por la mañana por sus golpes en la ventanilla de mi coche. Apuesto a que si alguien más me hubiera visto, tal vez me dejaría dormir o se arrastraría hasta mí para un p*