Después de charlar un rato y acostarme abrazada a mi madre bajamos a cenar.
—Solo esperen unos minutos que ya llegan más invitados. — Anuncia mi padre.
—Bueno, antes de que lleguen yo… yo quería contarles que en tres meses me caso
Volteo a ver a Renzo que me sonríe tiernamente y sujeta mi mano. Una vez más.
—¿Te…te casas? — Los tres están sorprendidos.
—Si. Y me gustaría mamá, que me ayudes con los preparativos.
—Eso…eso sería… claro que si mi princesa. — Su felicidad me llena el alma. — Amor, toma. Este es nuestro regalo de aniversario de parte de Em y Renzo— Le extiende la cajita con los zapatos de bebé y todos esperamos su reacción. Mentiría si dijera que no muero de nervios.
—¿Que es est…? — Su pregunta queda en el aire y su mirada cae en mí. Vuelve la vista a los zapatitos y así está por unos segundos.
—Ya están viejos — se ríe Sebas — van a ser abuelos. ¡voy a ser tío!
Mi padre se pone de pie bruscamente y llega a mi lado. Me mira y el miedo me invade.
Cuando pienso que todo se va al carajo, él me toma de los brazos suavemente y me abraza. Su cuerpo tiembla junto al mío y es cuando me doy cuenta «¿está llorando?»
—Mi princesa. Me haces el viejo más feliz.
—Tenía tanto miedo de que no estuviesen felices con mi embarazo que… — se aparta rápidamente de mí y me observa fijamente a los ojos.
—Jamás, escúchame bien, jamás dudes de que no seremos felices viéndote a ti y a tu hermano felices. — Lo vuelvo a abrazar y cada uno vuelve a su lugar, minutos más tarde el timbre suena y por la entrada del comedor aparecen mis otras dos personas favoritas.
—Hola familia, no habrán empezado sin nos… ¡No!
Mi madrina lleva sus manos a su boca para retener un chillido cuando me ve.
—¡Sobrina! — El tío Mark viene a abrazarme mientras que mi madrina se queda aún anonadada por mi presencia.
—¿Como está el mejor tío del mundo?
—¿Acaso hay otro? — Río y cuando estoy por contestar otro par de brazos me jala.
—No vuelvas a irte y cortar comunicación con nosotros porque te pateare el trasero ¿entendiste?
—Claro que sí. — Vuelve a envolverme con sus brazos una vez más para luego dirigirse a mis padres y felicitarlos por su aniversario. — Tíos, quiero presentarles a Renzo, mi prometido y el padre de mi hijo.
Ellos sonríen felices y nos abrazan nuevamente a ambos cuando escucho a alguien que carraspea haciendo que volteemos todo a esa dirección.
—Lamento llegar tarde familia.
Y ahí estaba él. El primer hombre que me hizo sentir y el primer hombre que me hizo sufrir al mismo tiempo. Junto a la pequeña Lena de tres años y de la mano de quien hace un tiempo atrás fue mi mejor amiga y un alivio lleno mi cuerpo al darme cuenta que ya no me dolía, porque yo tenía alguien que me hacía ver las estrellas con tan solo un toque, una palabra o una caricia.
León - Ahora
Y como para no perder la costumbre, media hora antes de ir a algún lugar me encuentro discutiendo con Lucrecia.
¿Qué tanto se puede estar arreglando?
—¡Apura que llegaremos otra vez tarde! — gritó desde la sala mientras armó un rompecabezas con mi pequeña, la única razón por la que sigo hoy aquí.
—No grites que no estamos en un estadio. — blanqueó los ojos para observar que baja las escaleras a paso de tortuga. Admito que es una mujer hermosa, curvas bien definidas, su piel casi como porcelana, cabello rizado y suave además de sus ojos almendrados. Y a pesar de su belleza, jamás será como ella… — Ya estoy, vamos.
Tomo en brazos a mi hija y nos dirigimos a casa de los Fiore, ya es tradición cenar dos veces al mes en familia y hoy da la casualidad que también festejan su aniversario. Siempre admire esa pareja. Desde que los conozco han tenido altibajos y, aun así, su amor sigue fuerte y firme.
Media hora después estamos aparcando en la gran entrada de su casa y nos dirigimos a la puerta que es abierta por el ama de llaves.
El alboroto de escucha desde el gran comedor y entiendo que otra vez llegamos tarde.
—Lamentó llegar tarde familia — digo entrando con mi hija en brazos, trato de poner mi mejor sonrisa y funciona hasta que mis ojos caen en los de ella… mi niña de ojos color esmeraldas.
—¡Hola! Vengan siéntense, llegaron justo a tiempo. — nos habla Adam y así lo hacemos, nos sentamos frente a Emily y a un chico bien parecido que no conozco.
Mi corazón duele al entender que es su pareja. ¿Pero qué derecho tengo a sentirme así después de como la lastime? ¡Ninguno!… aun así duele, quema y destruye todo mi interior; más cuando la observó mirarme y en sus bellos ojos ya no se encuentra ese brillo que solo me regalaba a mí, esos ojos ya no me perteneces y la calidez que me abrazaba luego de hacer el amor o simplemente pasar el rato juntos, ahora es para alguien más…
La noche transcurre sin ningún percance. Risas, anécdotas y todo tipo de cosas comunes en las cenas familiares, aunque no puedo evitar sentirme furioso al ver cómo todos conversan e integran al que ahora sé, se llama Renzo.
—¿Y cuándo es la boda? — pregunta mi madre a pura sonrisa.
—¿Boda? ¿Qué boda? — no puedo evitar preguntar
—En tres meses. — responde Emily con una sonrisa en su rostro. No puedo evitarlo, me levanto y salgo por un poco de aire.
Observó el oscuro cielo mientras trató de contenerme, trato de aceptar que la niña de ojos verdes ya no es y jamás volverá a ser mía. Pero ¡j***r, esto me duele!
—Es feliz — dicen desde atrás y volteo para encontrarme a Mark.
—Yo… yo lo se… — agachó la cabeza.
—tienes que aceptar que a veces hacemos cosas que lastiman a las personas y esas heridas que dejamos en ellos son nuevas puertas para poder hallar la felicidad en otro lado… en otros brazos.
—Y lo acepto, juro que lo acepto, pero…
—Duele — termina la frase por mí y yo solo asiento. — León, tuviste tu oportunidad, ahora deja que ese muchacho la haga feliz y si aún la amas, serás feliz por ella. — palmea mi hombro y vuelve adentro. Respiro lenta y tranquilamente para volver con ellos.
La noche transcurre y abrigó a Lena para volver a casa, me despido de todos y cuando estoy por saludarla, no puedo evitar aspirar su aroma una última vez. Noto como se tensa y me maldigo internamente al hacer eso.
—Lo siento — digo bajito para que solo ella pueda oír
Leon - Antes
—¿A dónde me llevas?
—Ya te dije que es sorpresa, no insistas porque no te lo dire. — bufa y luego sonríe dejándose llevar. — muy bien, a la cuenta de tres te sacas la venda. Uno … dos … dos y un cuarto, dos y medio…
—¡León!
—Ya ya, es chiste. Puedes sacártela — digo sonriendo de oreja a oreja mientras la observó mirar el pequeño prado de rosas rojas y rosas que está alrededor de una pequeña manta tendida en el suelo con nuestro almuerzo, nada gourmet, solo unos sándwiches de pollo y frutilla con crema para el postre.
—León…
—¿Qué te parece? No es la gran cosa per… — no puedo terminar de hablar ya que sus tiernos y carnosos labios atrapan los míos,
—¡Es perfecto!
—Felices cinco meses, mi amor.
Pasamos la tarde comiendo, charlando y besándonos. Cada minuto qué pasó con Emily es un minuto más de vida que gano.
Me enamoré de ella el primer día que la vi cuando mi madre me trajo a casa, al principio admito que la peleaba, pero todo era para llamar su atención. Después de diez años, hoy cumplimos cinco meses de novios y puedo jurar que son los cinco meses más felices de mi vida.
—Enana — llamó su a atención. Estamos tirados sobre la manta mirando el cielo azul — me haces muy feliz.
—Y tú a mí. — me incorporo y me poso sobre ella, pero sin dejar caer mi peso. Nos miramos fijamente y como cada vez que veo ese par de esmeraldas que brillan por y para mí, me vuelvo loco.
—Te amo — digo por primera vez y noto sus mejillas sonrojarse.
—Te amo. — me corresponde y en mi interior siento una manada de elefantes corretear de aquí para allá.
Nos fundimos en un beso, uno que por primera vez va más allá de lo que siempre hemos llegado. Pocos minutos después, ambos estamos sin ninguna prenda que nos cubra y nos entregamos al placer de lo desconocido.
Ese 15 de junio, cuando festejábamos nuestro cumplemés número 5 la hice mía por primera vez; y ella me hizo completamente suyo.
Leon - ahora
Manejo sumido en un silencio sepulcral directo a casa mientras no puedo borrarme su aroma, no ha cambiado ni un poco y a la vez no queda nada de mi niña de ojos verdes.
—Podrías simular un poco mejor la próxima vez. — dice Lucrecia sacándome de mi ensoñación.
—¿De qué hablas? — mi tono sale frío y áspero.
—De la forma en la que la mirabas, un minuto más y la desgastabas.
—Deja de decir estupideces.
—No voy a permitir que me humilles frente a ella. Eres mi marido y a mí me respetas.
—Lucrecia, deja de decir…
—No León, yo no soy ella. A mí me faltas el respeto una vez y olvídate de mí y de mi hija.
—No metas a Lena en esto. — digo molesto — tú y yo sabemos perfectamente que si estamos juntos es solo por mi hija.
No digo nada más y ella tampoco, odio ser así, pero es lo que me genera. No voy a ponerme en plan víctima diciendo que por su culpa perdí al único y verdadero amor de mi vida porque sé que yo fui también responsable, no sé cómo, no sé porque, pero lo que sí sé es que fui un verdadero idiota al perder todo lo que me hacía feliz por la calentura de una noche.
[…]
Emily - ahora
Mi cuerpo se tensó automáticamente cuando sentí a León aspirando mi cabello, trate de disimular, pero se bien qué Renzo lo noto, pues estaba alado mío.
Nos despedimos de todos y fuimos a la que tiempo atrás fue mi habitación, esta noche nos quedaríamos acá y mañana iríamos a nuestro futuro hogar.
Me doy una ducha rápida y me pongo mi pijama, estoy exhausta y solo pienso en tirarme panza para arriba y descansar. Cuando estoy quedándome dormida entra Renzo y se acomoda a mi lado, enseguida me acurruco junto a él y duermo tranquila.
Por la mañana me encuentro sola, trato de levantarme, pero la pereza me gana y decido quedarme un rato más, o por lo menos, hasta que las náuseas matutinas me lo permitan.
Cuando estoy cansada de estar acostada, me doy una ducha rápida y me cambio para bajar a por algo de comer, me rugen las tripas.
—Ay mi amor, si sigues así de glotón dejarás a mamá como una morsa. — me acaricio el vientre y me dispongo a salir de la habitación cuando entra mamá.
—Buen día princesa ¿cómo dormiste?
—Buen día mami. Bien, aunque tu nieto no me deja descansar mucho. Esta muy activo últimamente.
Larga una carcajada y sus ojos me demuestran burla. — es el karma, princesa. Tú eras igual, no podía hacer nada sin retorcerme del dolor por las patadas que me dabas.
Seguimos charlando mientras nos dirigimos a la cocina por algo de comer. Renzo salió con mi padre y mi hermano temprano y aún no han vuelto, me alegro de ver que se llevan bien, aunque sé que es imposible que Renzo le caiga mal a alguien, si es tan bueno amable y considerado, eso es lo que me enamoro de él, aunque me costó bastante sentir algo al principio, pues aún tenía grabado a León en mi interior a fuego.