León Desde ayer por la tarde-noche ansío volver a probar los labios de mi enana y en este momento, teniéndola tan cerca de mi cuerpo, no me resisto más y la beso como si no hubiera un mañana. Mi cuerpo empieza a vibrar en torno a las caricias de Em. Nos separamos por falta de aire, mantengo mi frente apoyada en la suya y la observo fijamente a los ojos. —Mi cuerpo sigue reaccionando a ti como el primer día. —León… —No, no me puedes pedir que me aleje de ti. Ahora no Emily. Te amo y estoy dispuesto a esperar a que sanes todas tus heridas para que puedas nuevamente corresponderme. — me quedo en silencio cuando veo lagrimas fluir de sus ojos — No, por favor, mi amor no llores. —Tengo miedo. —¿Se que princesa? —De volver a confiarte mi corazón y terminar igual que le primera vez. —Eu,