Al fin el gran día había llegado. El inicio de la temporada invernal. La cual abriríamos con el ballet de “El Cascanueces”. Tras poco más de un mes de duros ensayos, en donde tuve que aguantarme a un fastidioso Donatien que me bajaba antes de tiempo en las cargadas (causándome con eso varias torceduras de tobillo) todo estaba listo, y faltaba apenas una hora para que se levantaran los telones y se diera inicio al espectáculo. En el ballet existen dos mundos: el de la fantasía que habita el escenario y la realidad que se vive detrás la escenografía. En el primero, las hadas, los cisnes y las sílfides toman forma y encantan; también viven príncipes y princesas, soldaditos de plomo, brujas y magos. En el otro, las cintas de las zapatillas se rompen y hay que coserlas, los vestidos de las bai