Al pasar me encuentro con una gran oficina, tiene un ventanal al final y un fuerte olor a perfume de hombre que resulta agradable, detrás de un escritorio de madera oscura está sentado un hombre de unos cincuenta años, su cabello es en gran parte blanco y tiene ojos azules, levanta la vista de unos papeles y me observa fijamente.
- Buenos días, Cameron Wolf ¿En qué puedo ayudarte, cariño? - al contrario de parecer un viejo verde, lo dice en tono paternal, por lo que me relajo un poco y tomó el atrevimiento de acercarme y sentarme al frente de él.
- Me llamo Rebecca Davis, vengo por el trabajo, Charlie Brixton me hablo acerca de tener una oportunidad de trabajo aquí. - le hablo en tono profesional y le dedicó una sonrisa de comercial.
- Oh, Charlie, si, él es un buen amigo mío, me hablo de ti, pero me gustaría hacerte algunas preguntas antes. ¿Tienes experiencia? - se inclina hacia adelante, me tenso un poco y achicó un poco la sonrisa.
- Lo siento, no tengo mucha experiencia, solo he trabajado de mesera en algunos lugares y estudie hasta la preparatoria, pero le puedo asegurar que aprendo rápido y haré todo lo que este a mi alcance para ser de utilidad - frunzo un poco el ceño, él sonríe.
- Charlie me hablo que por motivos personales no pudiste seguir con tus estudios - afirmo con la cabeza - Que eres alguien responsable y digna de confianza - me sorprendo un poco al saber que Charlie puede confiar tanto en mí. - Si él lo dice debe ser por algo, te daré un tiempo de prueba, serás mi asistente personal, me ayudaras con las cuentas, supervisaras a mis entrenadores y ese tipo de cosas - asiento feliz, no me fue mal después de todo, me pongo de pie cuando él lo hace. - Te enseñaré el lugar.
Al salir de la oficina caminamos hasta el ascensor y de allí al otro pasillo, en ese lugar se encuentran dos rings de boxeo en paralelo en el centro de la gran sala, una pared llena de casilleros al final y dos puertas a cada lado de la pared de casilleros, supongo el baño de damas y caballeros, hay también unas pesas y bancos distribuidos alrededor de los rings a una distancia prudencial, la pared al frente de los casilleros es de espejos, todo muy grande, se encuentran muchas personas ejercitándose, al final puedo ver a la rubia saltando cuerda, su hermano practicando en un ring con un morocho y el pelirrojo hablando con otro chico, alto, cabello n***o, lleva una camisa negra con mangas cortas que muestran una gran espalda, las mangas parecen a punto de explotar por sus grandes brazos y estos llenos de tinta, persigo a mi nuevo jefe hasta ellos.
- Muchachos, ella es Rebecca Davis, estará trabajando aquí - Abraham me da una sonrisa cortes, muevo mi mirada hacia el otro chico y me encuentro con unos ojos grises, me mira fijamente y me es imposible no perderme en su mirada, diría que me intimida, pero en realidad me atraen. - Linda, ellos son Abraham Harris y Noah Stephen, dos de mis mejores entrenadores y boxeadores patrocinados por mi gimnasio. - escucho decir a mi jefe, pero no logro prestarle el cien por ciento de mi atención, Noah ha logrado captarla toda con esos fríos ojos grises que ocultan muchas cosas, lo más seguro es que parezca una idiota, pero es impresionante como he logrado encontrar motas color verde, azules y creo ver también algunas pardas esparcidos por sus iris grises, escucho a mi celular sonar y salgo de mi ensoñación, leo el nombre de Amy en el identificador de llamadas.
- Discúlpenme un momento, por favor - los tres asienten, me alejo un poco y atiendo.
- Becca, cariño, Ethan quiere hablar contigo - una sonrisa involuntaria me invade, siento la mirada de los tres hombres puestas en mi rostro observando a detalle, me ponen un poco nerviosa.
- Hola, tranquila, pásamelo - le digo ansiosa, la verdad es que ya extraño enormemente a mi bebé.
- ¿Mami? - me derrito de ternura al escuchar su vocecita.
- Hola, mi amor - digo con ternura, puedo ver como Noah hace una pequeña mueca que disimula en menos de un segundo de haberla hecho y como Cameron, mi jefe, lo mira con una sonrisa burlona, Abraham ve un punto lejano al otro lado de la sala, él es realmente un misterio.
- ¿Cuándo vendrás? ¡Quiero helado! - dice en un chillido, suelto una pequeña risa.
- Te iré a buscar y te comprare un helado - Noah se encuentra inexpresivo y voltea a hablar con Abraham mientras Cameron pica su espalda.
- ¡SI! - Grita mi bebé.
- Tengo que colgar, bebé, te amo - miro al piso con una gran sonrisa.
- Ti amu - me río un poco y cuelgo, camino hacia los tres hombres y miró a mi jefe en busca de algo más que tenga por decir, me ve con una sonrisa burlona.
- Puedes irte, linda, veo que tienes un compromiso - una sonrisa tonta adorna mis labios, él le da un codazo para nada disimulado a Noah. - Noah te acompañará a la salida, comienzas mañana a las ocho - asiento en respuesta y comienzo a caminar detrás de Noah, en el ascensor busco su mirada y cuando me ve le dedicó una pequeña sonrisa que me responde frunciendo el ceño.
- Llegamos - dice seco cuando llegamos a planta, lo miro extraña.
- Hasta mañana. - arrugó un poco la cara y salgo de allí apenas se abren las puertas, me despido de la amable señora de recepción y sin esperar a más comienzo mi camino.
- ¡Mami! - grita mi pequeño bebé abriendo la puerta apenas piso la entrada, feliz de verlo abro mis brazos y me pongo a su altura cuando corre hacia mí, lo levanto y doy vueltas en el aire con él mientras suelta risitas.
- ¿Cómo te portaste, bebé? - beso su boquita y lo llevó en brazos adentro de la casa, en la entada se encuentra Charlie abrazando a Amy por la espalda mientras ven la escena con adoración, los veo de igual manera, su amor es realmente bonito, y aunque se podría decir que en el comienzo de su historia se odiaban, poco a poco se fueron enamorando hasta ser la hermosa pareja que son hoy.
- Hola, Cariño ¿Cómo te fue? - Amy me da un abrazo cuidando de no aplastar a Ethan, Charlie también lo hace cuando ella me suelta.
- Bien, gracias por cuidarlo - ella me da una sonrisa tierna y yo no tardó en responderle con otra igual.
- Me encanta cuidarlo, linda, no te preocupes por eso. - le resta importancia, solo asiento y entramos todos a la casa, hablamos un rato y luego de una muy rica comida, cortesía de Amy, salgo de la casa con un Ethan muy entusiasmado de la mano.
- ¡Helado! - canta y salta por la calle robando miradas tiernas y repugnantes, mi sangre hierve de rabia cuando personas, específicamente mujeres de la edad de Amy, miran a mi hijo de esa manera. Pero no sirve de nada que me pelee con ellas en la calle y menos en frente de mi hijo, por lo que lo distraigo jugando con él y haciéndole caras tontas de vez en cuando. - Mami, eres muy linda - dice muy seriamente mi hijo cuando nos sentamos a comer helado, él de doble chocolate con chispas y yo de fresa con mantecado.
- Oh, Gracias mi amor, tu eres absolutamente adorable - Ethan hace un mohín.
- Mami, soy un niño grande, no puede decime adorabe, soy guapo - dice con un aire de orgullo, suelto una gran carcajada, eso sin duda fue algo que aprendió de Charlie.
- Eres mi bebé pequeño, para mi eres la cosita más adorable del universo - pellizco su regordeta mejilla con cariño haciendo que se queje.
- No - quita mi mano y mira a su helado, yo levanto una ceja.
- Ethan, no seas grosero - él levanta la mirada apenado y asiente.
- Ti amu - ese niño es mi perdición, es muy inteligente y sabe cómo ganarme.
- Te amo más, mi amor, ahora termina eso para irnos a casa - asiente y come de su helado mientras yo miro alrededor, estamos a unas cuadras de mi casa, algunas mujeres hablan entre ellas mirándome de reojo y yo solo puedo ponerlos en blanco, cada día me impresiona más como tantas de ellas parecen necesitar urgentemente una vida para que dejen de meterse en la mía.