La cena fue de lo más copiosa posible, además de que hoy nos acompañaban unos invitados de los Strafford para conocerme a mí y traernos regalos de boda, como si no hubiese tenido suficiente con los del otro día, pero no me he quejado. Los modales, ¿se acuerdan?
Estábamos todos sentados en la mesa, por desgracia Thomas y sus padres llegaron justo para la cena, por lo que no me dio tiempo de intercambiar ni una sola palabra con Thomas, más que buenas noches y un cómo estás amable.
Me sentía como prisionera en esta casa, ya que parecía que no tenía voz al, nadie dirigirme apenas la palabra. Incluso había intercambiado más palabras con James que con Thomas, tenía la cabeza hecha un verdadero caos.
Estando sentados en la mesa, Katherine estaba delante de mí en lugar de James. A ratos nuestras miradas chocaban un milisegundo, pero nada serio, hasta que la madre de Thomas se puso a hablar muy bien de mí, pero de ella no dijo ni una sola palabra. Ni se le dirigió en toda la noche, cosa que me daba cada vez más pistas de lo que podría estar pasando entre ella y James.
Aunque la otra noche me quedó claro que el dinero era la excusa de tener esa relación, por lo que me quedaba claro que su madre estaba enterada de algo y por eso no la simpatizaba lo suficiente.
- ¿Qué has hecho hoy? –Thomas me sacó del trance-. Perdona por no estar por aquí en todo el día, por cierto.
-No hice gran cosa, me siento un poco atada de manos hasta que me acostumbro aquí –noté la mirada seria de Katherine y vi cómo James la miraba para ver qué hacía.
-Bueno, siempre que quieras hacer algo se te puede facilitar.
-Lo sé, pero de momento me quiero familiarizar un poco con esta casa, ya que voy a vivir en ella algo de tiempo –le sonreí- y con la gente también.
-A lo mejor te vas antes de lo previsto –soltó de pronto Katherine metiéndose en la conversación.
- ¿Por qué? –le pregunté curiosa por lo que me diría. En ese momento James la vio venir.
-Cariño, ¿me acompañas un momento al baño? –le sonrió al mismo tiempo que le hacía una mueca para fingir algo de dolor.
-Claro, venga –ella toda preocupada se levantó de la silla junto a James y salieron del comedor.
Respiré hondo e intenté que no se me viera el cabreo que se estaba formando en mi rostro para que nadie empiece a preguntar, pero Thomas que lo vio todo no pudo no preguntar.
- ¿Os caéis mal?
-Hombre, si a estas alturas no te has dado cuenta de cómo me mira… -puse los ojos en blanco.
-Lo he visto, pero no lo entiendo –me miró extrañado.
-Ni yo tampoco, créeme –seguí comiendo lo último que me quedaba del plato.
Me levanté de la mesa disculpándome, cosa que a nadie le importó porque la cena ya había terminado de todas formas. Salí del comedor y me dirigí hacia las escaleras para subir, por lo visto Thomas no me seguía, ya que quería hablar con los invitados.
Llegué hasta delante de mi puerta deleitándome con varios gritos por parte de esos dos. De pronto, antes de que me diera tiempo siquiera a abrir mi puerta, la puerta de James se abrió de par en par dejándome ver a un James con mirada violenta que quería salir corriendo de la rabia de aquella habitación.
Me quedé mirándome bastante asustada, cosa que le hizo reaccionar para cambiar su semblante al instante.
-Perdona… -cerró la puerta tras de sí-. No debiste verme así.
-Bueno, no es algo muy poco común, que digamos.
-Sí, bueno… -quise abrir la puerta de mi habitación para irme, pero me cogió del antebrazo-. Espera un momento, quiero pedirte disculpas por parte de Katherine.
-No te molestes James, estoy acostumbrándome a que en esta casa sea la segunda persona menos importante, después de ella.
-Es difícil de explicar –su mirada me transmitía todo el dolor posible, cosa que no me esperaba de él.
-No estás obligado a explicarme nada, se supone que te caigo mal, dejémoslo así –le sonreí falsamente y logré entrar a mi cuarto sin que me dijera ninguna réplica a lo que acababa de decir.
Me daba bastante lástima que estuviese atado a esa chica sin siquiera querer estarlo de verdad, o no lo sé. No puedo juzgar antes de saber, pero seguro Charlotte no me va a contar una historia totalmente opuesta a lo que yo ya sé.
Me tumbé en la cama y cerré los ojos un momento, nada tenía sentido. Cada día que pasaba me sentía peor y mejor, era una sensación muy extraña. No entendía siquiera cómo James cambió tanto de parecer conmigo de un día para otro, no sé si preguntarle por esto o no, pero seguro todo tiene una explicación.
Al día siguiente hice más de lo mismo, pero me empezaba a cabrear el hecho de que Thomas me dijera que le diera una oportunidad cuando él ni siquiera pasa más de una hora seguida en la casa. No es que de pronto quisiera pasar tiempo con él, porque por una parte lo puedo usar como excusa para echarle en cara sus mismas palabras, pero que al menos lo intente.
Ese mismo día cuando llegó a casa antes de la cena, yo estaba en la habitación dándole vueltas a esto mismo que acababa de decir.
- ¿Te pasa algo? –me miró serio mientras acomodaba su saco encima de una silla.
-Que he tomado una decisión –le miré seria también.
- ¿Decisión para qué? –vino hacia mí y se sentó a mi lado en la cama.
-De que nuestra relación sea solo por conveniencia. Y antes de que digas algo, sé que las apariencias importan, asique delante de la gente haré como que somos la pareja más feliz que hay.
-No entiendo el porqué de tu decisión –dijo en voz baja-. Pero entiendo tus motivos y no te puedo obligar a sentir algo que no sientes, asique tendré que aceptarlo.
-Me alegra que lo entiendas –le sonreí-. Porque eso no significa que no nos podamos llevar bien.
-Claro, podemos llegar a ser muy buenos amigos –me sonrió de vuelta.
-Tendrás la libertad de estar con la mujer que quieras, siempre que nadie te pille para que la imagen familiar no se manche, ya sabes…
-Sí, lo sé, pero yo no puedo hacer eso mientras esté enamorado de ti –me chocaron sus palabras.
- ¿Enamorado de mí? ¿Desde cuándo?
-Desde antes de todo esto, cada vez que te veía me parecías una chica súper enigmática e inteligente, pero no tuve valor de acercarme a ti. Sin embargo, cuando mis padres me hablaron sobre el casamiento por una parte me ilusioné mucho, aunque sabía de antemano que a lo mejor salía mal, y no me he equivocado al parecer.
-No creo que haya salido mal si no nos odiamos –le sonreí.
-Cierto –me sonrió de lado.
Seguimos hablando por un rato más, cosa que en la habitación de al lado también hacían, pero a voces. Estaba empezando a hartarme un poco de los gritos, aunque solo llevase tres días en esta casa, por lo que tenía pensado en decirle algo a James, ya que a nadie más parecen molestarles.