Hace horas que Ales llamó a Leonardo, intento e intento comunicarme con él y nada he podido lograr hasta ahora.
La orden que nos dio Leonardo no me gusta. No me parece correcto buscar huir.
¿Para dónde? ¿De qué forma si estamos rodeados? Por lo menos la salida principal está tomada por los agentes de seguridad y los federales, me digo mentalmente mientras organizo una maleta con lo indispensable por si no me queda otra opción que acceder a lo que Ales propone.
El sonido de mi móvil llama mi atención, dejo de doblar unas camisas de Altair y me pongo de pie para contestar la llamada. Al ver en la pantalla el nombre de Mac dudé en contestar.
«Ya no sé qué tan bueno sea escucharlo, solo llama para dar malas noticias», pienso sintiéndome entrar nuevamente abrumada.
—Hola Mac —lo saludo.
