Prólogo
Cómo si fuera el último día que la vería, Abdiel la observó bajo la fuerte lluvia con el corazón destrozado, uno que jamás pensó que era capaz de sentir algún tipo de sentimiento, sino hubiese sido por ella seguiría siendo ese monstruo temible que todos conocieron.
—Por favor, quédate junto a mí—pronunció él aquellas palabras con un sabor agridulce, sabía que debía dejarla ir.
Vanessa lo vio con amor, acarició su mejilla derecha, pasó sus dedos lentamente sobre sus cicatrices, esas dónde descubrió que eran hermosas como su corazón. Ambos se encontraban empapados por la lluvia que cubría perfectamente las lágrimas que estaban derramando.
—No me pidas eso, sabes que estar juntos provocaría una guerra, alejarnos es lo mejor para los dos en estos momentos—respondió ella con dolor en sus palabras —. Te pido que no me busques, cumple con tu parte y yo cumpliré con la mía. Acepta nuestro destino como yo lo estoy haciendo. Esto es lo mejor para los dos—esas fueron sus últimas palabras antes de salir a toda prisa del jardín.
Él se había quedado paralizado, volteó para verla. Estaba luchando consigo mismo en ese instante sobre si debería dejarla ir o correr detrás de ella, pero una vez que vio que estaba a punto de subirse al auto que la estaba esperando lo comprendió todo: él la amaba y no podía dejarla ir, no le importaba las consecuencias solo quería estar con ella.
—¡Vanessa espera!—gritó a todo pulmón con el corazón acelerado.
Ella se detuvo al escucharlo; sin embargo, en ese instante ocurrió algo que ninguno de los dos esperaba: Un estruendo provocado por un arma se escuchó en ese segundo dónde sus miradas se habían conectado.
¿Acaso era el destino el causante de que estos dos seres que se amaban intensamente no pudieran estar juntos? Quizás esté estaba demostrando que nadie podía huir de lo que ya estaba pautado por el.
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