Brad
Fruncí el ceño hacia Madison cuando me enteré de lo que había hecho. Ambos esperamos una reacción de Scarlett, que nunca llegó.
Tranquilamente, cerró la puerta.
- ¿Por qué has hecho eso? - le dije mirándola seriamente. Ella se encogió de hombros. - ¿Esa es tu maldita respuesta? - pregunté entre dientes. Di un golpe en el armario y salí de la habitación.
- ¿Por qué te importa tanto ella, Brad? - la escuché decir a lo lejos.
No tardé en salir para ir a buscar a Scarlett, ya que no estaba en su habitación. Bajé por las escaleras hasta el piso de abajo y la vi sujetada a la pared respirando con dificultad. Dejó caer su bolso en el suelo y me acerqué a ella.
- Eh, tranquila. - me puse frente a ella y esta se sentó en el suelo. Lágrimas caían por sus mejillas y estaba hiperventilando. - Scarlett, mírame - cogí sus mejillas entre mis manos. - Respira hondo. Intenta relajarte.
- ¿Se encuentra bien? - miré a mi derecha para ver a una mujer de unos treinta años en bata.
- Está en una crisis de ansiedad. ¿Tiene una bolsa de papel? - la mujer asintió.
Le abrí el abrigo y le quité la bufanda - Scarlett, nena - puse mis manos en sus mejillas y ella puso sus manos en mis muñecas. Nos miramos a los ojos y pude observar que tenía un corte en su frente y un moratón en su clavícula y cuello. - Todo va a arreglarse. Pagaré el alquiler, Madison te devolverá el dinero, pero tienes que relajarte - limpié sus lágrimas con mis pulgares.
- Aquí tienes. - cogí la bolsa y se la di.
Scarlett la puso tapando su nariz y su boca mientras que sus manos temblaban. - Respira lento - acaricié su pelo - Inténtalo.
Después de respirar once veces en la bolsa, se la quité para que respirara por ella misma.
- Le traeré un vaso de agua - dijo la mujer.
- Gracias - le dije. Ella me sonrió y volví a mirar a Scarlett.
- Todo va a estar bien - puse de nuevo mis manos en sus mejillas y pegué su frente con la mía - Todo saldrá bien - besé su frente.
Cogí a Scarlett y su bolso después de agradecerle de nuevo a la mujer y no tardé en llegar a mi coche y ponerla en el asiento del copiloto. Puse su bolso en la parte de atrás y le puse el cinturón a esa chica triste.
Fui a casa mientras Scarlett iba apoyada en la puerta sin hablar, solo hipando alguna que otra vez.
Volví a sacarla del coche en brazos y ella no se quejó. — No me encuentro bien - dijo cuando íbamos en el ascensor.
- Ya vamos a llegar.
Las puertas del ascensor se abrieron y tuve que hacer malabares para abrir la puerta de casa con el bolso de Scarlett y ella en brazos. Cuando lo conseguí, entré y la dejé en mi cama. Ella se acurrucó y fui a poner la calefacción. Me quité el abrigo y los zapatos y fui de nuevo a la habitación, donde ella estaba acurrucada, abrazándose a sí misma.
- ¿Quieres darte un baño? - le pregunté.
- No tengo ganas de moverme - murmuró.
- Vamos a ponerte cómoda.
Le quité el abrigo y los zapatos. Scarlett se tumbó y con su ayuda le quité los pantalones. Vi otro hematoma en su rodilla.
- ¿De qué son los hematomas?
- Tengo nauseas - se quejó, tocándose el abdomen.
- ¿Quieres ir al baño?
- Aún no - se incorporó con mi ayuda y no tardé en ponerle una camiseta mía.
Scarlett se acostó debajo de las mantas y la miré. Necesitaba saber que le había pasado, pero no iba a contármelo hoy, y yo tampoco quería presionarla.
Me puse el pijama y me acosté a su lado. Ella ahora estaba boca arriba y pasó una noche horrible. Me desperté sobresaltado cuando salió de la cama a toda velocidad. Me levanté tras ella y le sujeté el pelo mientras vomitaba en el inodoro.
- ¿No estarás embarazada, no? - le pregunté mientras ella estaba apoyada en la taza del inodoro.
- Sí, del espíritu santo.
Sonreí al ver que no dejaba de ser tan borde a pesar de la situación. La ayudé a levantarse y se enjuagó la boca para después irse a la cama, ayudada por mí. Ya que la castaña no podía mantenerse mucho en pie.
Se llevó toda la noche despierta, y yo con ella.
Cuando sonó el despertador, no me lo podía creer. Había dormido unas dos horas y estaba agotado.
Me levanté y me di una ducha para después vestirme, tomarme el café y dejarle a Scarlett el desayuno fuera.
Antes de salir de casa, fui a la habitación y besé su frente.
No tardé en llegar al hospital y tener al primer paciente del día. Intenté concentrarme pero Scarlett no salía de mi cabeza y estaba deseando llegar a casa. ¿Seguiría allí?
"¿Cómo estás?"
No contestó. Así que me apresuré a llegar a casa cuando terminé.
- ¿Scarlett? - la llamé cuando entré mientras me quitaba el abrigo.
Me desabroché los primeros botones de la camisa blanca y después me remangué.
Entré al salón y la vi tumbada en el sofá, con una mano por fuera, rozando el suelo. Sonreí cuando la vi dormida.
Toqué su pelo y ella abrió un poco los ojos. - ¿Cómo estás?
- Bien - murmuró. - Qué guapo vas.
Sonreí y negué con la cabeza. - Te haré una sopa, ¿Vale?
- No tengo hambre.
- Tienes que comer algo
Fui a la cocina mientras la escuchaba quejarse. Empecé a preparar sopa para los dos y Scarlett no tardó en aparecer y beber un poco de agua.
- Gracias por lo de ayer - murmuró apoyándose en la encimera. Casi echándose encima.
- No tienes que darlas. Un día te dije que si venías a verme, no te dejaría sola y te cuidaría. - la miré y ella me miró triste.
- Voy al sofá porque estoy mareada.
Vi a Scarlett apresurarse al salón mientras se agarraba en las paredes. Dejé la sopa haciéndose y fui a cambiarme después de asegurarme que ella estaba bien.
Había estado hablando con Madison y se había negado a devolverle el dinero a Scarlett, por lo menos ahora. Así que le dije que no iría a su cumpleaños.
Su actitud de víbora infantil estaba matándome. Una cosa es que no le cayese bien Scarlett, y otra cosa era putearla. Era su compañera de piso y tenía que aguantarse. Aunque aún no sabía cómo la chica que estaba tumbada en mi sofá podía caerle mal.
- ¿Has avisado a tu jefa de que estás enferma?
- La cafetería ha cerrado. Necesito encontrar un nuevo trabajo porque no tengo dinero. - murmuró tendida en el sofá.
Entré en la cocina y serví la sopa en dos platos. La lleve al salón y después cogí todo lo necesario. Yo no tardé en comer, pero Scarlett iba comiendo muy lentamente para que no le sentara mal.
- Necesito que me digas que te pasó. - Scarlett dejó de mover la sopa con la cuchara y me miró. - Los cardenales y el corte.
Se encogió de hombros.
- No puedo ayudarte si no me lo cuentas.
- No puedes ayudarme. - Se echó hacia atrás en el sofá y jugó con sus dedos - Mi abuelo era alcohólico. Cuando nos fuimos a vivir con ellos, hubo muchos problemas. Un día, él había bebido. Estaba comiendo con mi hermana en el salón cuando escuchamos gritos. Mi abuelo iba a por mi madre.
Se quedó callada, mirando sus dedos, esperé a que continuara - Recuerdo a mi madre correr de él por la casa y el diciéndole que iba matarla. Recuerdo como el cogió un cuchillo y se cortó la palma de la mano. Mi abuela intentaba que no le pegara a mi madre y la empujó contra el sofá antes de hacerlo. - lamió sus labios. - Mi abuela no tardó en enviarnos a casa de mi tía, que vivía justo en frente. - me quedé callado imaginándome a dos pequeñas niñas corriendo a refugiarse a la casa de su tía.
Continuó - La policía no dejaba de ir a mi casa porque decía que le habían robado el oro y cosas así. Siempre tenía que marcarle el número para que él llamara. Un día, estaba sola en casa y el vino con el mismo cuento. Le dije que no iba a llamar a la policía de nuevo y en su lugar me dio con una botella en mi mejilla.
Miré su mejilla izquierda y vi la cicatriz. Ahora Scarlett tenía la mirada endurecida mientras miraba a un punto fijo y su mandíbula tensa.
- No lo denunciamos. No porque no quisiera hacerlo, sino porque mi madre y mi abuela tenían miedo de él, y ahora lo tengo yo, sobre todo cuando conoce a los altos cargos de la policía. - negó con la cabeza - Fui a Michigan porque mi prima me avisó que había vuelto a beber y a pegarle a mi abuela. Quería verme, así que fui, y él llegó a casa antes de tiempo. Sinceramente no sé cómo ha aguantado tanto, yo no lo hubiera hecho. Sin embargo, ella no quiere denunciar.
- ¿Por qué no denuncias tú?
Ella me miró - Lo hice una vez, sin que nadie lo supiera. Mi abuelo sigue en su casa. Y nadie va a hacerlo. Mi madre finge como si nada hubiera pasado, se alejó de mí y yo de ella. Mi padre fue a amenazar a mi abuelo y debido a eso dejó de beber.
Sorprendentemente, Scarlett no soltó ni una lágrima en todo su relato mientras yo estaba realmente conmocionado y sorprendido por todo lo que había contado. - Ven aquí - cogí su mano y tiré de ella hasta mí.
No tardé en tenerla entre mis brazos, con su rostro en mi cuello y una de sus manos en mi pecho.
- ¿Por qué no me lo contaste?
- No me va mucho eso de dar pena, lo sabes - murmuró pasando sus dedos por mi pecho.
- Lo sé - besé su cabeza.
- Respecto al alquiler... - empezó.
- Ya lo he pagado.
- Te lo devolveré cuando pueda.
- No quiero que me lo devuelvas. He estado observando tu parte de la nevera, Scarlett, no es que esté siempre muy llena. Has tardado demasiado en ponerte enferma.
Ella no contestó.
Quería decirle que se viniera a vivir conmigo, que aquí no le faltaría de nada y la cuidaría. Pero eso no era posible si yo seguía con Madison.
Tenía que empezar a aclarar mis sentimientos.
Esa misma tarde, hablé con Stella mientras Scarlett se duchaba.
- ¡Claro! Le diré a mi jefe que la contrate, estaba buscando a alguien.
- Gracias - suspiré.
- No tienes que darlas. ¿Cómo está Scarlett?
- Va mejorando.
- Brad...
- Stella...
Ella soltó una risita - Vale, vale. Dile que se mejore de mi parte.
- Lo haré...
Colgué y escuché a Scarlett llamarme desde el baño. Me dirigí hacia allí. - ¿Scarlett?
- Pasa - entré en el cuarto de baño y ella no tardó en caer en mis brazos.
Ella estaba liada en una toalla y con el pelo húmedo. La arrastré hasta mi habitación y la acosté con dificultad en la cama. Tapando su cuerpo desnudo. Había visto su cuerpo en fotos pero ver en persona lo que había deseado tanto tiempo...
Cuando Scarlett se despertó, no tardé en vestirla y en llevarla a Urgencias.
Esperamos en la sala de espera, ella apoyada en mi hombro y agarrada a mi brazo. - No sé qué hubiera hecho si no estuvieras aquí o si hubieras sido un c*****o. - susurró.
Sonreí - Sí, has tenido suerte.
La vi sonreír un poco.
Scarlett tenía anemia, así que le compré las medicinas y al día siguiente volvió a su piso. Le compré comida sin que Madison lo supiera y vi en la cara de mi amiga la vergüenza por yo tener que rellenarle el frigorífico. No sabía que lo hacía encantado.
Una tarde llegué y Scarlett me abrió. Y me sonrió incómoda. - ¿Qué ocurre?
- Nada es solo que--
- ¿Nos vemos mañana? - escuché la voz de Madison.
- Claro - le contestó un hombre. Aparté a Scarlett y en el salón vi a Madison despidiéndose de ese chico, y no en forma de amistad. Se estaban besando.