Kelly regresó a su casa y se detuvo por unos minutos delante del edificio, pensando en cómo le contaría aa su mejor amiga que estaba embarazada también sin desesperarla todavía más y que no cometiera la estupidez de querer marcharse sola. Entonces se armó de valor, respiró profundamente y entró. Cuando estaba entrando a su casa Kelly no se dio cuenta de que había un hombre al otro lado de la calle con unos lentes oscuros y con la cabeza ladeada mirándola con curiosidad. El hombre de un metro y noventa tenía en sus manos un par de fotos y no tardó en reconocer a Kelly en una de ellas sonriendo con satisfacción. Cuando Kelly subió al departamento Julia y Aurora estaban sentadas en el sillón conversando. Kelly sabía que su madre estaba haciendo su tarea de animar a Julia como llevaba hacien