Capítulo 3: Hombre Imponente

1221 Words
Otro día que despierto a causas de mis pesadillas, otro día que no duermo más de mis 5 horas habituales, otro día en el que solo pienso en sexo para sobrellevar las cosas con más calma y lucidez. Como siempre hago mi rutina diaria antes de irme a trabajar, inicio con asear mis dientes para después prepararme un batido de proteínas, hago mi rutina y por ultimo Malcolm me informa de todo lo que pasa en el puto mundo, joder, como le gusta la política. —Joven, venga debe alimentarse. —Me ordena Susana, suspiro y bajo la atenta mirada de Malcolm asegurándose de que no diga algo estúpido me siento a la mesa. —Vaya… hoyo n***o y abismo sin fondo. —Digo burlón al ver la torre de panqueque que está comiendo. —Me imagino que a la hora de ir al baño eso rompe al paso. —Carcajeo por la cara que pone. —Escúchame bien, hijo de perra. —Me señala con el cuchillo de cortar pan. —Si tú no quieres desayunar lárgate de aquí, pero no estés fastidiando mi hora de desayunar, o te juro que hoy si te patearé tu bronceado culo, ¿Lo has entendido? —No puedo evitar carcajear al escuchar su amenaza. —Pero que sensible estás. —Pongo el gesto serio pasando de la risa y poco después pongo uno de ofendido. —Solo estaba bromeando, que mal lo tomas todo. —Meto un trozo de tocino a mi boca. —Eres un maldito bastardo. —Bufa cabreado, que fácil le hago perder la paciencia. —Que duro eres conmigo. —Niego fingiendo tristeza. —Ustedes solo se soportan, deberían buscar a una chica que les enseñe lo bueno de la vida. —Ambos la miramos con gestos duros, ella se limita a encogerse de hombros y retirarse. —¿Por qué simplemente no dejan estar ese bendito tema, Lucelia está igual de insoportable con eso. —Frunzo el ceño.—¿Has hablado con ella? Está muy enojada conmigo y no me responde, ha pasado dos semanas. —Su mirada indica la molestia que tiene hacia mí, resoplo. —Le has dicho a tu hermana que ese tipo solo la quería por su dinero, le has gritado que el amor no existe y por tanto jamás la van a amar, por una mierda, Kahin, ya han pasado 3 años y su relación sigue en pie. ¿Por qué no solo aceptas que ella es feliz y ya? No sé cómo puedes decir que el amor no existe si tu familia solo se basaba en eso. —Furioso por las cosas que me dice me levanto. —Yo solo digo la puta verdad, ¿Acaso no ha sufrido ella por esa estupidez de que el amor todo lo puede? ¿No has tenido tú que ir a por ella por qué está devastada por alguien que le pagó mal? Aun sabiendo eso me regañas y me preguntas por qué le digo esos cosas? Sí, sé que mi familia se basaba en el amor, pero era un amor familiar nada de parejas. Ese tipo no me inspira confianza y ya está, si lo vuelve a traer a Panamá créeme que regresará a Londres sin él. —Dicho esto me dirijo al auto, hoy me iré solo. —No sabes cuánto sufre tu hermana por ti. —Escucho que grita, pero no me voy a sentir culpable, uno conoce a los de su especie y ese imbécil es un cabrón allá donde vaya. Llegado al auto enciendo el estéreo una vez me pongo en marcha, la voz de Luismi sale por los altavoces, ese artista me fascina y aunque no crea en el amor me gusta la manera en la que se expresa al cantar. Al pasar el alto se me cruzan una joven frente al auto, ni siquiera se percató, al mirar de donde sale bufo. —Al parecer quiere volver a ese maldito hospital, ahora muerta. —Cabreado por la imprudencia de aquella niña acelero el coche, no puedo con mi amargura. Cuando llego a mi destino voy directo al ascensor. —Señor Hamann. —Detengo mi marcha y me volteo para mirar de frente a la secretaria de piso, la mujer se me acerca y me tiende algunos documentos, hoy ha venido más atractiva que antes, sin dejar de admirar su cuerpo le escucho. —La cena con los inversionista esta lista para hoy a las 14 horas, ha llamado el jefe de distribución, ya le entregué los documentos que me pidió a su asistenta… —Queda en silencio unos segundos como si tuviera que pensar bien lo que tiene para decir a continuación, ella que no me miraba lo hace, me mira a los ojos y un color rosado se le pinta en las mejilla. —Su hermano ha dicho que.. —Muerde su labio y eso se me hace demasiado sexy, no le había visto con atención antes y ahora que la miro si bien no tiene un cuerpo de infarto, sí tiene caderas anchas y a mi polla le alegraría estar entre esas nalgas gordas. —ok... —Toma valor y desviando la mirada lo suelta. —Dice que deje la estupidez y que viene a la hora del almuerzo para presentarles a las vírgenes. —Lo dice tan rápido y arrastrando las palabras que casi me pierdo, con ganas de cagarme de la risa pero manteniendo mi postura y mi gesto serio asiento, aprovecho que no me ve para mirar sus pequeños pechos, esta mujer tiene que ser mía. —¿Cuántas veces te he dicho que no le hagas caso a mi hermano? —Puedo ver como deja de respirar ante mi tono seco, me mira con temor. —Yo… yo se lo dije... pe... pero él me ha dicho que me despediría si no lo hacía. —Resoplo, Loan es un idiota, le gusta mucho disfrutar el miedo que creo en las personas. —Si lo vuelves a hacer seré yo quien te despida, ¿Está claro? —La veo asentir una y otra vez con mucha rapidez, cuando creo que se romperá el cuello se detiene, esa mujer simplemente me divierte, ver lo ingenua que es hasta me da pereza. —¿Cuantas horas tengo libres antes de la junta con los directivos comerciales? —Mira su reloj de pulso y después me mira a mí. —Como es algo rápido usted ha dicho que para las 11 horas, así pues tiene 2 horas libre. —Asiento pasando los documentos a mi mano derecha. —Mi asistenta hoy está ocupada con los documentos que le ha llevado. —Miro la puerta de su despacho y está cerrada. —Desvía las llamadas a mi teléfono y de esa manera puedes ayudarme y atender las llamadas en el proceso, venga vamos debo ordenar algunos expedientes. —Inicio a caminar a la par que ella corre a su escritorio para hacer lo que le pido. Entrando a mi despacho lo suelto todo sobre mi escritorio, estoy excitado sin ningún motivo y esa mujer es quien me quitará estas ganas de follar que tengo, al verla entrar solo me quedo observándola, incomodándola bajo mi intensa y oscura mirada. —Usted dirá en que le ayudo, señor.
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