—Siempre te van las joyas, estas te dejan más hermosa. —Sonrío como un depravado. —Y llevas razón, te deseo como no tienes ideas sumisa, estás por enloquecerme. —Confiezo esto solo para que se emocione, la única que me ha enloquecido y hecho correrme con solo un beso ha sido Marilí, me levanto. —Quédate así como estás. —Voy por una cuerda, es hora del bondage. —Te haré el bondage tazuki, hoy probaremos técnicas japonesas, en esta técnica no solo ato tu cuerpo sino que también estarás suspendida para mí placer. —Cuando termino de atarla y logro suspenderla con las cadenas que están aseguradas del techo sonrío al verla toda roja. —Eres una sumisa muy insolente, llamar a su Amo por el nombre varias veces es motivo de castigo, ¿No lo cree? —Ella me sonríe. —Castígueme. —Su voz sale forzada, p