—Kahin. —Jadea y yo gruño por lo que supuso escuchar mi nombre en su boca, mi polla sufre una corriente que me fuerza a morderla con algo de fuerza. —¡Oh mio dio! —Escuchar que se deleita en italiano me sorprende. —Yo seré tu Dios desde hoy. —Paso mi lengua en la parte que le di la mordida, su olor a sexo llega a mis fosas nasales y es todo para mí, le doy un certero lametón en el punto exacto de su deseo. —¡Jesús!. —Grita y yo la miro. —Lo quiero nuevamente. —Su exigencia y aquella mirada hambrienta me estremece, sonrío con malicia y bajo la cabeza de manera lenta para que la expectativa la vuelva más loca, sin dejar de mirarla hago lo que me exigió, sus gemidos se vuelven más desesperados, sus temblores más notorios y sus espasmo más violentos. Ya no puedo hacer más que devorar su sexo