—¿Celosa? Recuerde que aquí no pueden surgir los celos, señorita. —Su mira hacia mí es de burla, mirada que le borro al meter mi mano dentro de sus pantalones, está húmeda, disimulaba muy bien lo que sentía, eso me sorprende y me pone más caliente de lo que estaba. Cuando siento como me jala de la camisa y me besa quedo helado sin saber qué hacer cuando sus delicados, rosados y tibios labios tocan lo míos, tenía mucho que no besaba a una mujer en la boca. Despertando de mi adormecida reacción y tentado por esos deliciosos labios le correspondo ese beso que al parecer es el mejor que he tenido en mi vida, mi lengua se profundiza por su boca arriesgándose y conociendo ese espacio del que hora estoy prendado. Sus gemidos me hace gruñir, el calor de mi cuerpo es realmente preocupante, nunca an