—Tenías que pagarme lo que papito me hizo por tu culpa. —Sonríe travieso. —Además, no creo yo que seas tan estúpido para desaprovechar esta oportunidad. —Se pone en pie. —Nos vemos hermanito. —Sin decirme nada más sale de mi despacho, miro incrédulo a Marcus.
—A mí no me veas, yo solo estoy aquí para lo de la firma y ver que todo se haga legalmente para que no te metas en un problema, la chica cree que tú has sido el que estuvo hablando con ella. Vamos a la sala de juntas, ahí se nos hará más fácil. —Sin decir nada y pensando en la locura que me ha arrastrado el idiota de Loan sigo a Marcus, cuando me siento escucho la puerta. —Ya está aquí, Loan ha convencido a Malcolm de llevar esta situación. —Por primera vez no me siento preparado para algo, no he planeado nada y no sé las diferentes cosas que puedan pasar.
—Aun no leo el contrato. —Es lo único que puedo decir, pero él pasa de mí.
—Pase. —Da el permiso, medio cabreado miro directo a la puerta, cuando se abre ver a esa joven me sorprende, es la misma que se tiró frente al auto ayer. Mantengo mi gesto serio sin dejar de mirarla, su delgado y pequeño cuerpo no se me apetece para nada, me desagrada la verdad, pero esa cara tan angelical me deja extraño.
—Buenos días, busco al señor Hamann, ¿Es usted? —Su maldita e inocente voz sí que se me apetece, es tan dulce que me la imagino gritar mi nombre mientras mis embestidas amenazan con partirla. Marcus se levanta y se acerca a ella, la mirada confundida de aquella mujercita que ha de ser un bulto en la cama me quitan el encanto que me dejó su voz.
—Soy Marcus, el abogado del señor Hamann, ¿Es usted la señorita Cook? —El idiota pregunta lo evidente y ella como tonta le responde con un gesto de cabeza, realmente esto no ha sido una buena idea. —Primero que nada, lamento haberla hecho venir sin previo aviso, su amiga nos facilitó su localización y no pude evitar traerla aquí. Ante usted está el señor Hamann. —Marcus me señala y esos grandes ojos azules conectan con los míos, cuando la veo fruncir el cejo eso la hace ver mucho más graciosa de lo que es, es hermosa y eso no se puede negarlo. —Por favor tome asiento. —Interrumpe Marcus esa conexión que tenían nuestras miradas, esto será demasiado fácil para mí y entre más la miro más me va gustando la idea, pero aun así no se me apetece hablar, es ella quien debe caer ante mí y coquetearme como todas lo hacen, pero no lo hace, simplemente me sostiene la mirada sin amilanarse y eso no es normal. —Señor Hamann, la señorita Cook. —Nos presenta Marcus sabiendo que de mi parte eso jamás se iba a hacer. Ninguno desvía la mirada del otro, con ganas de incomodarla decido romper el silencio yo para dejarla loca como las dejo a todas.
—Jamás pensé que sería tan aniñada. —Le aclaro el concepto que he tenido de ella a simple viste, sé que no tardará en hablar como una tonta.
—Y yo jamás creí que estuviera en… ¿Tan buena condición? —Su contestación me asombra, pero trato de no cambiar el gesto. por lo descolocado que estoy, ninguna mujer me había dado una contestación así, solo mi hermana.
—No debería creer en lo que ve tras una pantalla. —Decido jugar con ella, sé que pronto quedará como una lela más frente a mí. La miro con burlo, pero esa sonrisa que dibuja en sus labios me pierde.
—Lo mismo digo señor, no siempre se puede creer en lo que se ve tras una pantalla, muy bien podría yo ser un hombre en busca de otro, ¿No lo creer? —La mirada burlona se me esfuma del rostro. Cabreado por como esa niña sabe defenderse no tengo nada que decir, es primera vez que me pasa esto.
—Está claro que no lo eres. —Sigo lo obvio quedando como un idiota, ella simplemente asiente como si esa fuera la única respuesta que podría darle.
—Bien, procedamos con el acuerdo. —Marcus interviene salvando a esa insolente de mis palabras, palabras que no sabía cuales iban a ser. —Se estarán respetando cada pauta que haya escrita, señorita Cook, si a la hora de firmar no está de acuerdo con algo me lo puede hacer saber para llegar a un acuerdo, ¿Esta claro? —La veo asentir y tomar las hojas, no puedo creer que sea tan fría y que actúe como si yo fuera un pelele insignificante.
—Cuanta urgencia señor Hamann, a tal punto que ya lo tiene todo preparado. —Su chulería me deja atónito, esa mujer verdaderamente me descoloca, pero no voy a ser yo quien se deje por una inexperta, sosa e insolente virgen.
—Digamos que soy como un niño cuando ve un juguete que le gusta. —Decido ofenderla con sutilidad, si es inteligente que no lo creo lo entenderá. —De inmediato quiere comprarlo y al llegar a casa sin pensarlo inicia a disfrutarlo. —Al verla sonreír mi corazón late con fuerza.
—Espero sepa jugar, recuerde que los juguetes se dañan y en ocasiones salen rebeldes y hasta pueden provocar daños. —Verla centrarse en el contrato como si lo que ha dicho no fuera algo importante miro a Marcus quien contiene la risa.
—¿Sabes que eres pasiva agresivas? —Suelto sin poder quedármelo, me está sacando de mis casillas. —Tu voz aparenta dulzura, pero tus palabras son agresivas e hirientes. —Alza la mirada y me mira sin vacilar mis ojos, que han de estar demostrando el fastidio que está suponiendo ella para mí.
—¿Creía que por tener esta apariencia sería una niña buena, dulce y tímida? —Dice justo lo que pensaba de ella, veo mi oportunidad y tan serio como puedo le digo.
—El que este vendiendo tu virginidad me queda claro que en lo absoluto lo eres. —El ligero gesto de ofensa que se le dibuja en su rostro me hace reír internamente, a mí se me respeta.
—Lo bue es que al usted comprarla me deja claro que es igual o peor que yo. —Su estúpida respuesta no me ha gustado en nada, me gustaría decirle que yo no he sido, pero no hay caso, ella sabría qué coño responder.
—¿Siempre tienes que tener respuesta para todo? —Le miro sin disimular mi mal estar, su sonrisa se agranda, ¿Acaso está ella jugando conmigo descaradamente?
—¿Por qué no de tenerla? —Pregunta ella sin responder a la mía, dibujo mi sonrisa ladeada, ella quiere juego y lo obtendrá.