—Oh… lo ha dicho usted no yo. —Eso sí que fue un golpe bajo, y lo peor es que no puedo disimularlo. Sin medirme me abalanzo contra ella y la beso, demando aquellos labios que por mucho que me jodan los necesito cada segundo más, la tomo en brazos sin dejar de besarla y cuando estamos en la isla la coloco en cuatro y le obligo a pegar sus pechos en la misma. —Te mostraré quien soy yo. —Mi voz sale erótica y no amenazante como yo quería. Guio mi enorme polla a su cavidad, esta mojada, pero aun así debo esforzarme para poder entrar, una vez lo logro inicio a moverme sin tacto, ella sabrá quien es Kahin Hamann. —¿Acaso esto no te gusta? —Le doy duro, pero me contengo un poco para no lastimarla. —¿No es esto lo más delicioso que has probado? —Me veo forzado a morder su hombro por sus gemidos y