—Lo siento, pero no paró de beber— ríe Carla ebria, amarro mi cara al ver como Malcolm trae a Marilí en brazos. —Está dormida hijo, es mejor que la lleves a descansar, lo siento— sin decir nada la tomo en brazos y me encierro en la habitación que se suponía le daría la sorpresa. Como cereza de pastel me vomita encima, gruñendo de malhumor la ducho entre empujones. —Maldita sea, Marilí, déjate secar— la tiro en la cama con fuerza para que despierte del todo y no lo hace, simplemente se hace bolita y se duerme. Miro la habitación y mi corazón se reciente. Ella me está haciendo pagar todo el desdén que he hecho en mi vida —¿Estás aquí para amarme o solo para castigarme?— cuestiono todo lo que se supone tengo destinado a vivir con ella. Siento su pequeño cuerpo sobre el mío, sus caricias me